A Coruña es sinónimo de deporte y lo seguirá siendo. No importa el tamaño de la pelota o si se compite en grupo o en solitario. Todas las disciplinas tienen sus secretos, su lugar de reunión y, por supuesto, una afición. La del hockey sobre patines, por ejemplo, ha ido creciendo desde los años 80, cuando el Liceo conquistó su primera Liga. La última fue hace tan solo dos años, en el 2013, y el objetivo es seguir dando guerra al todopoderoso Barcelona. También el Cerceda ha irrumpido con fuerza en la OK Liga. Se ha consolidado y ya se atreve a mirar hacia arriba, incluso se pasea por Europa. El principal desafío de futuro de ambos es el económico, porque en lo deportivo han demostrado que calidad y cantidad tienen de sobra. Dominicos y Compañía de María ya se vieron obligados a renunciar a la segunda categoría nacional, pero tienen materia prima suficiente para volver. Porque las canteras de los clubes coruñeses siguen creciendo, metiéndoles el gusanillo a niños y niñas que enloquecen con el stick y la bola. Vienen pisando fuerte, así que dentro de una década ellos serán los protagonistas, reafirmando a la ciudad como uno de los epicentros mundiales de este deporte.

Lo mismo ocurre en el baloncesto. El Básquet Coruña tiene una base de más de 500 pequeños que sueñan con la LEB Oro y quién sabe si algo más. El primer equipo que dirige Tito Díaz ya no solo se conforma con la permanencia, sino que afronta el curso con el objetivo de llegar a los play off de ascenso. La ACB es un sueño al que nadie quiere renunciar por muy imposible que parezca. Ver desfilar por el Palacio a los mejores jugadores del mundo y disfrutar de las mejores competiciones nacionales es un desafío. Porque también existen mimbres en otras disciplinas como el balonmano, el fútbol sala y el voleibol. Hay clubes que están haciendo muy buen trabajo desde la base y que en los próximos años, apoyados por las instituciones y los aficionados, pueden dar el gran salto.

Ya el próximo año, en Río 2016, se vivirá un gran reto. La gesta de Sofía Toro en Londres 2012, donde se convirtió en la primera campeona olímpica coruñesa, es un listón difícil de igualar. Otros intentarán seguir sus pasos, como el piragüista Carlos Arévalo, las jugadoras de rugby Vanessa Rial y Paula Medín y los halteras Víctor Castro e Irene Martínez. Pero estos Juegos serán el punto de partida de los sueños de muchos niños que, en quince años, pueden haber llegado a la elite y estar luchando por su clasificación. Hay que tener en cuenta que la fábrica de campeones no es cosa de un día. Hacen falta instalaciones, apoyos institucionales y privados, formación de entrenadores... Y los Juegos Olímpicos son todos los días y no cada cuatro años. En cada esquina, en cada rincón puede haber una futura medalla de oro que solo necesita un poco de aliento. Al contrario, muchas veces solo se encuentran trabas como recientemente el CRAT, que casi se queda sin competir por el elevado precio de los seguros médicos.

No todo es deporte profesional. El popular gana adeptos a pasos agigantados. Y las carreras y travesías a nado son un ejemplo de ello. El placer de superarse, de ir cada día un poco más lejos. La ciudad es un circuito idóneo para la práctica deportiva al aire libre que hay que seguir explotando. Deporte de competición y deporte como salud y quince años por delante para seguir en forma