La 'vuelta al cole' conlleva habitualmente el cambio de calzado. Los niños pasan de llevar un calzado más abierto a otro más cerrado. Los podólogos recomiendan hacer una revisión para poder detectar de forma precoz cualquier anomalía y escoger el zapato más adecuado en cada caso.

Las caídas frecuentes de los niños o alteraciones en las uñas son algunos de los síntomas que pueden alertar a las familias de problemas en los pies de los menores, avisan los podólogos.

Las patologías más comunes en los pies a estas edades son los contagios por hongos o verrugas, alteraciones en las uñas, pies planos, valgos (los pies miran hacia dentro al caminar), varos (al andar la punta de los pies miran hacia dentro) o cavos (exceso de puente), apuntan.

En primer lugar, tras las vacaciones y antes de comprar el nuevo calzado, se recomienda hacer una revisión por parte de un podólogo para confirmar que el pie se encuentra en perfecto estado de salud, que no se ha producido contagio por hongos en verano o que no se han producido alteraciones en la marcha derivadas del abuso de un calzado poco adecuado o del propio desarrollo del niño.

"Una cuestión que pueden alertarnos de la posibilidad de problemas en los pies de los más pequeños es que padezcan caídas con frecuencia. Si bien son muy comunes cuando están iniciando la marcha, cuando son un poco más mayores pueden deberse a un mal apoyo del pie y del desarrollo del aparato locomotor. Si esto se atiende en una fase incipiente, el podólogo podrá aplicar el tratamiento y las medidas de corrección necesarias para que se eviten problemas futuros", explica Maite García, presidenta del Colegio Oficial de Podólogos de la Comunidad Valenciana (ICOPCV) .

Alteraciones en las uñas

Junto a esto, otros signos que pueden ponernos en alerta son las alteraciones en las uñas (más rugosas, engrosadas o con ligeros cambios de color), que el niño se quiera descalzar continuamente o detectar que camina con los pies hacia fuera o hacia dentro.

Además, de la revisión por parte de un profesional, Maite García recomienda evitar utilizar un calzado que haya sido utilizado por otro niño, algo que puede provocar malos apoyos, problemas a la hora de caminar y deformaciones o alteraciones de la forma de andar para buscar el confort.

Los zapatos deben ser transpirables y de materiales naturales para evitar el exceso de sudoración. Es aconsejable que sean ligeros y no cuenten con costuras interiores que podrían provocar rozaduras.

Además, la puntera debe ser ancha y alta para evitar que los dedos queden encogidos; deben garantizar una buena sujeción con cordones, hebillas o velcros; y es recomendable que tanto la zona del talón como la caña del zapato estén acolchadas para garantizar mayor confort al caminar.

La suela debe ser antideslizante, flexible y a la vez indeformable, con un tacón de dos o tres centímetros, evitando que sean excesivamente planos, concluye el comunicado.