En la tierra de los diez mil ríos, la riqueza en peces, en ecosistemas acuáticos en general, es incalculable. Uno de los tesoros de la naturaleza gallega, dañado en los últimos años por "numerosas actividades humanas" que provocan cambios en su régimen hídrico y en las condiciones físicas y biológicas de los cauces. Medio Ambiente lanza una señal de alarma por las secuelas negativas que la presión urbanística, la contaminación y, sobre todo, los aprovechamientos hidroeléctricos están teniendo sobre determinadas especies. Preocupan, y mucho, las poblaciones de salmones, reos, truchas, lampreas, anguilas y sábalos. Su supervivencia en muchas zonas de la comunidad está en peligro, según el diagnóstico realizado para la elaboración del Plan Galego de Ordenación dos Recursos Piscícolas.

Las presas, el establecimiento de barreras en los cauces para construir las captaciones de agua que emplean las centrales hidroeléctricas, son, según el análisis del departamento que dirige Manuel Vázquez, "el problema más grave en la actualidad" entre las "muchas" afecciones detectadas en el medio fluvial gallego. Impactan directamente sobre los peces y sobre su hábitat: en la velocidad de la corriente, la temperatura, la cantidad de oxígeno del agua, la sedimentación, dejan elementos sólidos en suspensión y obstruyen el desplazamiento de los peces, con las correspondientes repercusiones para las especies migratorias.

Prácticamente las mismas secuelas que tienen la regulación y la detracción de los cauces por las obras de construcción que se realizan próximas a los ríos; y que los vertidos urbanos e industriales, con el añadido en estos dos últimos casos de la toxicidad de los efluentes. "Es necesario dotar de protección real al hábitat de las especies migratorias que viene sufriendo degradación y reducción de forma continua", sostiene el informe, con un subrayado en el que se admite cierto grado de culpabilidad por la "falta de coordinación" de "forma habitual" entre las distintas administraciones relacionadas con la gestión de los recursos hídricos y los ecosistemas fluviales.

Para ejemplo, el salmón, desaparecido ya de su área de distribución primitiva en Galicia -los ríos Xubia, Eume, Mero, Anllóns o Grande de Porto- por culpa de las alteraciones de su hábitat y de "la inadecuada presión pesquera". Hasta 3.000 kilómetros potencialmente aptos para su desarrollo. La población de salmones se ha mermado "hasta extremos que en algún momento han llegado a ser alarmantes". "En los últimos años -señalan los técnicos de Medio Ambiente- este declive parece haberse frenado". Eso sí, hay cambios sin marcha atrás: un "significativo" descenso de la fecundidad -"tan sólo en ocasiones se aproxima al nivel óptimo y necesario para promover la ocupación total del ecosistema"- y una menor proporción de hembras y de menor tamaño, con el consiguiente menor número de huevos.

Presente en prácticamente todas las aguas continentales, la trucha es la reina de los ríos gallegos. De momento. Porque su distribución y abundancia no son garantía de nada. "Las estructuras poblacionales se encuentran totalmente alteradas por la presión extractiva a la que se ven sometidas", apunta el informe. Detrás de la degradación de los hábitats trucheros están las modificaciones de los caudales con fines industriales, agrícolas o urbanos, las construcciones de presas -que pueden provocar el aislamiento genético y, por lo tanto, una perdida de los diferentes tipos que hay en la especie, hasta seis altamente significativos-, las minicentrales y la pesca excesiva. Desde la Xunta llaman la atención sobre las repoblaciones. Del peligro que supone acudir, como hasta ahora, a variantes genéticamente distintas a las especies autóctonas. La Consellería apuesta por "un replanteamiento" sobre si son convenientes y cómo llevarlas a cabo.

En cuanto a la anguila, "sus poblaciones en Galicia presentan cierto declive", señala Medio Ambiente. Les afectan los obstáculos que se colocan en los cauces fluviales y la pesca descontrolada de su cría, las angulas, y de las anguilas en desembocaduras. Males de los que no se libran en el resto de España, incluso todo el continente europeo. Por eso Bruselas está impulsando planes para la protección, que incluyen moratorias en la explotación de la especie.

El principal enemigo en el caso de la lamprea es la contaminación. Los bancos están "limitados" actualmente. Tanto en la especie adulta como en las larvas, a las que también afecta la falta de caudal del río o sus oscilaciones bruscas. La lamprea está presente en las cuencas de los ríos más importantes de la comunidad

-Eo, Masma, Ouro, Mera, Mandeo-Mendo, Anllón, Tambre, Ulla, Umia, Lérez y Baixo Miño- y muy sobreexpuesta a la pesca excesiva por el elevado precio que tiene en el mercado.