Una mujer voluntariosa y con carácter

Michelle Obama, una abogada nacida en Chicago hace 44 años en el seno de una familia humilde, se formó en las universidades de más prestigio de EEUU a base de tesón y fuerza de voluntad

Una mujer voluntariosa y con carácter

Una mujer voluntariosa y con carácter

Agencias

Washington

Michelle Obama, una abogada de 44 años educada en Princetown y Harvard, se convirtió ayer, con la toma de posesión de su marido como presidente de Estados Unidos, en la nueva primera dama, papel que si bien no tiene un carácter político, sí ha ido ganando más peso con el paso de los años debido en gran medida a la personalidad de algunas de las inquilinas de la Casa Blanca.

Su madre la describe como "todo un carácter", sus críticos como "dominante", y su marido, como "la roca" de la familia, una mujer firme que lo mantiene con los pies en la tierra.

Nacida y criada en un barrio pobre y negro en el sur de Chicago, sus padres la educaron para que pensara en lo posible y no en lo imposible, y la instaron a superarse y a adquirir la educación que ellos no pudieron tener.

"Mis padres nos repitieron una y otra vez a mí y a mi hermano Craig: 'No nos digan lo que no pueden hacer y no se preocupen por lo que podría no funcionar", solía decir Michelle en la campaña electoral.

Su madre, Marian, aportó el cariño y la disciplina necesarios para que sus hijos, a los que solo dejaba ver la televisión una hora al día, salieran adelante.

Su padre, Fraser Robinson, era un hombre de pocas palabras y mucha autoridad que madrugaba a diario para acudir a su trabajo en el departamento de servicios hidráulicos del Ayuntamiento de Chicago pese a padecer esclerosis múltiple.

"Lo último que queríamos era defraudarlo", declaró Michelle Obama en una entrevista con la revista Newsweek, en la que recordó que de pequeña se le caían las lágrimas cuando, a raíz de alguna travesura, su padre le decía "estoy decepcionado".

La joven Michelle se propuso no defraudarlo y desoyó a los profesores que le dijeron que no tenía la capacidad para aspirar a una universidad Ivy League, un reducido grupo de exclusivos centros académicos en la Costa Este del país.

Su fuerza de voluntad la llevó a dos de esas universidades: Princeton y Harvard, donde estudió Sociología y Derecho.

En ambos centros se involucró en actividades para aumentar la minúscula cuota de profesores y estudiantes de color.

A su salida de Harvard se enroló en un prestigioso bufete de abogados de Chicago, adonde unos años más tarde llegaría Barack Obama, quien poco después de conocerla la invitó "a salir". Michelle se mostró reacia en un primer momento a "mezclar el placer con los negocios", pero tardó poco en sucumbir a los encantos de Barack.

En 1991 falleció su padre y casi al mismo tiempo murió una de sus mejores amigas en Princeton.

Esos dos acontecimientos hicieron que se replanteara su vida y la llevaron a buscar su verdadera pasión: el trabajo social, y a dejarse guiar por ella. En 1992 se casó con Obama.

La entrada de Obama en la carrera presidencial la llevó a dejar temporalmente su empleo para involucrarse a tiempo parcial en la campaña, una tarea que compagina con su prioridad "número uno": el cuidado de sus hijas Malia y Sasha.

Michelle Obama es una persona segura de sí misma, pero también alguien con un carácter fuerte, directo y sarcástico que le ha causado problemas. Se ganó fama de "resentida" en la campaña electoral, tras decir que era la primera vez que se sentía "realmente orgullosa de su país".

Esas afirmaciones se matizaron para precisar que no tenían que ver con que Obama fuese el primer negro en competir por la Casa Blanca, sino con la gran participación popular en el proceso.

Además, sus comentarios de que Obama ronca, tiene mal aliento por las mañanas, se olvida de meter la mantequilla en la nevera y deja calcetines por toda la casa le han ganado los calificativos de mujer "dominante" y "castradora", como la describió Maureen Dowd, columnista del New York Times. Ella alegó que lo que pretendía era "humanizar" a Obama. Su esposo la defendió a capa y espada, al asegurar que es el amor de su vida y la mujer que le ayuda a "no perder el norte".

Desde Martha Washington hasta Laura Bush, muchas han sido las esposas de presidentes que han pasado por la Casa Blanca. En un primer momento su papel se limitaba a ser la anfitriona de las cenas y fiestas en el palacio presidencial, además de marcar la moda, para poco a poco irse involucrando en actividades humanitarias.

Tras Eleanor Roosevelt, que se convirtió en "los ojos y oídos" de su marido, Franklin D. Roosevelt, al estar éste postrado en una silla de ruedas, las primeras damas se fueron implicando aún más en cuestiones políticas, sobre todo de índole social -educación, sanidad o medio ambiente-.

La nueva primera dama de Estados Unidos eligió ayer un vestido de color pistacho dorado con abrigo a juego de la diseñadora americana de origen cubano Isabel Toledo para asistir a la ceremonia de toma de posesión de su marido, Barack Obama.

El vestido de Michelle Obama, confeccionado en lana y seda francesa, como en brocado, largo hasta la rodilla y con detalles de pedrería superpuestos en el cuello, captó todas las miradas a su llegada al Capitolio junto al presidente electo, vestido con un simple traje oscuro y una corbata roja.

La elección de Michelle, que optó por no revelar el diseñador de su modelo con anterioridad, ha sorprendido a muchos analistas, que esperaban que la nueva primera dama escogiera un modisto o modista local de Chicago, el estado donde vivía, como hizo su antecesora en el cargo Laura Bush con Texas.

Toledo, afincada en Nueva York y considerada como una de las creadoras de moda más vanguardistas del país, ya ha vestido en otra ocasión a Michelle Obama, quien acudió el pasado junio a una gala benéfica en Manhattan con una túnica negra con pantalones a juego de la misma modista. La diseñadora, de 47 años y con más de 25 de experiencia en el mundo de la moda, no recibió ningún aviso previo de que la esposa de Barack Obama vestiría el traje, creado especialmente para ella.

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