Ana Míguez : "Lo complicado es proteger a sus familias en el país de origen"

-Para eso sería necesaria la colaboración de la policía de los países de origen de estas mujeres.

-Para que denundien, sus familias deberían tener protección en el país de origen. Eso es muy complejo. Llegar a acuerdos con policías corruptos como hay en esos países va a ser bastante difícil. En algunos casos se podría, como hicimos ya en ocasiones, amenazar a la red captora con que automáticamente se dará traslado a Interpol de este tipo de extorsión.

-¿Se atreverán muchas a denunciar pese a las amenazas a las que están sometidas?

-No denuncian por miedo, porque las amenzas son terribles. Estamos hablando de mafias que trafican no sólo con mujeres, sino también con droga y armas. Pero habrá casos en los que se interpondrá esa denuncia, sobre todo en los de mujeres que tienen hijos para darles la posibilidad de reunirse en España con la familia y tengan una ayuda estatal. El paso que va a dar la Fiscalía gallega es importante, pero el origen está en las mafias y redes cada vez más fuertes.

-¿Qué tipo de mafias operan en la comunidad gallega?

-Hay redes pequeñas y grandes. Algunas de ellas organizadas, como ANELA (Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne) tienen un poder político importante, en el sentido de que mantienen relaciones con gente que está en el poder.

-Las mujeres que están sometidas a estas redes de tráfico sexual, cuando se acercan a colectivos como Alecrín, ¿llegan a confesarles el calvario por el que están pasando?

-Tardan en contarte, pero al ver que tú no vas a engañarlas te cuentan el verdadero calvario. Aunque al principio te transmiten la sensación de que viven felices, te acaban diciendo lo que realmente les está ocurriendo.

-Pero en realidad...

-Alguna tuvo la pistola de su prostituidor en la sien. Están tan extorsionadas que incluso cuando cobran la Risga (renta de integración social de Galicia) hay algún funcionario -hablo de las españolas- que las vigilan y las amenazan con sacarle lo que cobraron. Ese afán de poder con esa persona en situación de vulnerabilidad es terrible. Estamos detrás de esos funcionarios que se permiten amenazar a estas mujeres que no tienen más medios que dedicarse a la prostitución. No es un trabajo, es la forma más extrema de violencia contra las mujeres. Es un problema de probreza y de poder patriarcal. El patriarcado no nos permitió a las mujeres hacer nada, sólo una cosa: ser putas.