De capitán a capitán

Desgraciadamente, el capitán del carguero portugués Braga ha fallecido. De no ser así, podría intercambiar opiniones con su homólogo Apostolos Mangouras, capitán del petrolero Prestige. Seguro que tendrían muchas cosas que decirse, porque su actitud ante una emergencia en la mar vivida en primera persona ha sido la misma: emitir un socorro, esperar la ayuda de los medios del país ribereño y poner a salvo a la tripulación. En ambos casos -Braga y Prestige- se dieron circunstancias similares: mal tiempo y escora. La diferencia, además de en el tonelaje de los buques y sus cargas respectivas, radica en las consecuencias para el medio ambiente marino de un hipotético (en el caso del Prestige una evidencia y, por tanto, una obviedad) hundimiento. Para el Braga, diligencia y cumplimiento en todos los extremos de los tiempos de respuesta; para el Prestige, demasiadas "zonas oscuras" y no sólo por los problemas de radiocomunicación sino la acción inmediata sobre un veterano capitán que, tras el rescate de la tripulación, permaneció a bordo hasta el último momento y con él su primer oficial y el jefe de máquinas. El capitán del Braga optó por abandonar el buque junto con sus compañeros de tripulación, para que fuesen las autoridades del Estado español las que se hicieran cargo del salvamento del buque, si éste se produce, y la lucha contra el vertido del combustible si, como todo da a entender, se hunde.

Que una carga de 2.500 toneladas de grano de trigo se vierta al mar si se produce el naufragio del carguero (parece que no existe mucha seguridad en el resultado positivo del posible remolque a puerto del Braga) no crea, a priori, ningún problema. Podría ser su carga un buen alimento para algunas especies marinas y no dejaría "hilillos de plastilina". El vertido del Prestige ya se sabe qué resultados ha dado y cómo convirtió la plastilina en chapapote. Pero lo que está claro es que tanto el capitán portugués como el griego hicieron lo que tenían que hacer, con la diferencia de que Mangouras fue a la cárcel y se vio envuelto en un proceso judicial del que todavía no se ha librado a pesar de estar ya camino de los 80 años de vida, y el portugués falleció a consecuencia de una antigua dolencia cardiaca. Uno se pregunta si, en vez de trigo, el Braga transportara petróleo, el trato a su capitán sería similar al que se otorgó a Mangouras.

Ayer, el Braga sólo merecía algunas referencias -mínimas- en los medios de comunicación. O es resignación o que se considera que el salvamento del buque es ya sólo una cuestión que afecta a Sasemar. La deriva del carguero hasta situarse, a media mañana del lunes, a 40 millas al Norte de la Estaca de Bares no crea lo que ahora se denomina "alarma social". Y, sin embargo, está más próximo a la costa de lo que estaba el sábado pasado. Próximos al buque accidentado, además del remolcador Ibaizábal 1, se hallaban ayer el Alonso de Chaves (también remolcador de Salvamento Marítimo) y la Salvamar Alioth. El Helimer Galicia trasladaba al buque a técnicos especialistas que contribuyeran a asegurar un remolque difícil: viento del Noroeste fuerza 6 a 7, mar de fondo de 6 metros y una escora del Braga de 45 grados son referencias importantes a la hora de evaluar previamente las dificultades del remolque. A la Autoridad Inequívoca y el Coordinador de Fachada previstos en la normativa OMI no se les espera. Y si están, guardan silencio. No sea que los periodistas pregunten. La experiencia es un grado.