La industria farmacéutica invirtió 40 millones de euros en los últimos seis años para incinerar medicamentos en Sogama que en realidad nunca se quemaron, sino que acabaron enterrados en el vertedero que la sociedad pública tiene en Areosa (Cerceda). El programa Sigre es el sistema de reciclaje diseñado en 2002 por el 98% de los laboratorios españoles para recoger los medicamentos usados en todo el Estado y evitar así que contaminen el medio ambiente y dañen la salud pública. Su objetivo es reciclar los envases e incinerar en Sogama los restos de fármacos para obtener energía. Sin embargo, ni uno solo de los medicamentos recogidos en las farmacias de toda España en los últimos seis años y medio fueron incinerados, sino que se depositaron en el vertedero de Areosa, en el municipio de Cerceda, donde Sogama acumula millones de toneladas de basura que sobrepasan la capacidad de la incineradora.

Así lo reconocieron el jueves tanto Sogama, a través de una nota de prensa, como Danigal, la empresa que gestiona la planta de Sigre en Cerceda, la única en toda España donde se reciben los fármacos desechados de todas las comunidades. En un comunicado, Sigre -una entidad sin ánimo de lucro financiada por los laboratorios- mostró ayer su "sorpresa y preocupación" ante el grave incumplimiento del contrato firmado con Danigal en 2001, cuando le adjudicó la gestión de la planta de Cerceda. Sin embargo, Sigre asegura que Danigal le certificó anualmente por escrito que los medicamentos eran incinerados en Sogama, por lo que anuncia que abrirá una investigación interna para determinar si alguno de los gestores de residuos con los que trabaja incumplió sus obligaciones o falseó la documentación. Si es así, Sigre alerta de que acudirá a los tribunales "para defender sus derechos y reclamar responsabilidades". El programa Sigre ha crecido desde su nacimiento, hasta el punto de que en 2007 sólo el 8% de los españoles tiró los restos de su botiquín a la basura, frente al 42% que lo hacía en 2003, cuando comenzó la recogida de medicamentos usados. En consecuencia, también el presupuesto del proyecto ha aumentado: desde los 6.163 millones de euros invertidos en el primer año en funcionamiento, hasta los 8.228 de 2007. Todo esto, para costear los 20.500 contenedores distribuidos en farmacias de toda España y la logística de enviar a Cerceda los medicamentos que, finalmente, acaban enterrados en el basurero de Areosa, el destino opuesto al que estaba previsto.

Fuentes de Sogama -que en una nota de prensa reconoció el jueves que "desde junio de 2002 el vertedero de Areosa gestionó los rechazos de la planta Sigre"- admitieron ayer que el "tratamiento idóneo para los medicamentos es la valorización energética [incineración]", aunque subrayaron que acumularlos en un vertedero también "es válido" pues son residuos "asimilables a los urbanos". Una opinión que comparte el conselleiro de Medio Ambiente, Manuel Váz- quez, que ayer negó que sea peligroso acumular residuos farmacológicos en un vertedero.

Además, desde Sogama alegan que si en estos seis años y medio nunca incineraron los millones de fármacos recogidos por Sigre fue porque "las instalaciones no estaban adaptadas para hacerlo". En concreto, explicaron que a la incineradora de Cerceda le faltaba una nave en la que poder recibir los fármacos antes de quemarlos. El pasado 22 de enero, Sogama dejó de recibir fármacos en Areosa y anunció que construirá esa nave, que prevé tener terminada en tan sólo tres meses, en abril, cuando comenzará a quemar los medicamentos. Hasta entonces, Danigal tendrá que acumular los fármacos en sus instalaciones. La decisión de comenzar a incinerar los medicamentos, después de seis años enterrándolos en Areosa y desoyendo a Sigre, se debe, según Sogama, a la nueva autorización ambiental que rige el funcionamiento de la planta desde abril de 2008 y que limita el tipo de residuos y el tratamiento que se les debe dar.

Mientras, desde Danigal -cuyos directivos reconocieron el jueves a este diario que "los rechazos del Sigre siempre se llevaron a Areosa"- culpan a Sogama de no haber incinerado los medicamentos por no tener más capacidad en sus instalaciones. En una nota en la que no menciona los certificados supuestamente emitidos a Sigre, la empresa explicó ayer que en los seis años en los que llevó unas 12.000 toneladas de fármacos al vertedero "ningún técnico de Sogama rechazó la recepción" de los mismos, "por lo que se debe entender que el residuo cumplía con los condicionantes necesarios para su tratamiento".

La acumulación de residuos de medicamentos en el vertedero de Areosa fue denunciada por un empleado de Sogama, el ex jefe del área técnica, Ramón Pérez Mariño, que envió varios emails a sus superiores en los últimos meses alertando de que la sociedad pública no tenía autorización para tratar así ese tipo de residuos. Pérez Mariño -que en noviembre denunció ante la Consellería de Economía las "irregularidades" en la gestión del presidente de Sogama, José Álvarez Díaz- fue despedido esta semana por la dirección de Sogama, que lo acusó de manipular las analíticas del vertedero de Areosa, donde se acumulan los fármacos junto a millones de toneladas de basura en descomposición. Los lixiviados que se filtran desde este basurero son el origen del vertido tóxico que en octubre del año pasado provocó la muerte de tres mil truchas en el río Lengüelle, un presunto delito ecológico que está en manos del Juzgado de Instrucción número 1 de A Coruña.