Sólo los familiares y los vecinos pueden aclarar las incógnitas de la mayor fosa del franquismo de Galicia. Está en Aranga. Al menos 29 republicanos fueron enterrados entre 1936 y 1939 en el cementerio de la localidad coruñesa, pero tan sólo se conoce la identidad de nueve. Procedían de A Coruña, San Pedro de Nós, Becerreá, Lugo y Asturias. Estos son los datos revelados ayer por el grupo de historiadores que investigan la fosa de Aranga. Es sólo la punta del iceberg. Algunos testimonios de vecinos hacen pensar al equipo de investigación que el número de represaliados enterrados en el cementerio puede ser todavía mayor.

Pero hasta el momento ningún familiar ha reclamado una exhumación para recuperar los restos. Por este motivo, el equipo de trabajo hizo ayer un llamamiento a las familias para que contacten con la Comisión de la Recuperación de la Memoria Histórica (CRMH) de A Coruña. Sólo así podrán avanzar en la investigación y, si así lo solicitan, iniciar la apertura de la fosa.

Ese llamamiento no sólo se hizo a las familias. A la Xunta y el Gobierno central, también. El presidente de la CRMH de A Coruña, Manuel Monge, les reclamó "un compromiso explícito" en el trabajo para recuperar los cadáveres enterrados en fosas comunes. "La ley se ha paralizado un poco y todo se ha quedado en la supresión o no de símbolos franquistas", cuestionó durante la presentación del trabajo de investigación. Para Monge es "fundamental" que el nuevo Gobierno gallego mantenga la colaboración iniciada por el bipartito con los colectivos de la memoria histórica para continuar con sus tareas de investigación y promover nuevas exhumaciones en la comunidad.

Un anónimo enviado a la CRMH les puso sobre aviso. La fosa con más paseados del franquismo en Galicia está en Aranga. Las primeras investigaciones, coordinadas por el profesor de Historia de la Universidade de Santiago, Emilio Grandío, y el historiador ferrolano Eliseo Fernández, revelan que al menos 29 republicanos fueron enterrados en el cementerio de la localidad coruñesa. Pero tan sólo se ha puesto nombre y apellidos a nueve. Los restos de siete de los ya identificados aún yacen enterrados en el cementerio de Aranga. Los otros dos, ya fueron exhumados por sus familiares pocos años después de haber sido fusilados. Entre los nueve identificados están Florentino Rodríguez, alcalde socialista del municipio asturiano de Aller; Cesáreo Méndez, sindicalista de la CNT de A Coruña, o Mercedes Romero Abella, profesora del barrio de Monelos y viuda del sindicalista de UGT-A Coruña Francisco Mazariegos.

Las últimas investigaciones sobre las fosas en Aranga revelan que no sólo el cementerio de Vilarraso sino también otros puntos del municipio fueron elegidos para enterrar a los paseados en localidades limítrofes. Lugares como la Costa da Sal, Ponte da Castellana o la curva da Rebórica convirtieron a Aranga en un "lugar de memoria" marcado por el enterramiento masivo de víctimas del franquismo fusiladas en otros municipios e incluso comunidades. Los historiadores han certificado a través de expedientes policiales y causas militares que al menos 80 represaliados permanecen enterrados en el municipio.

¿Por qué tantas fosas en Aranga? La explicación, según apuntó ayer Emilio Grandío, se debe a que es un "lugar de paso". Como primera causa del traslado masivo de fusilados está el paso por el municipio coruñés de la N-VI, principal vía de salida de Galicia y de conexión con las ciudades de A Coruña y Lugo. "Resultaba la vía más rápida de transporte por carretera y, por tanto, la ruta más fácil para trasladar a un lugar lejano un grupo amplio", comenta Grandío. Su proximidad a Lugo también convirtió a Aranga en una zona elegida por las fuerzas franquistas para "eliminar la mayor cantidad posible de huellas, sin dejar rastro de lo que allí ocurriese y generando así el concepto de "desaparecido".

"Miedo a hablar"

Siete décadas después del final de la Guerra Civil, los familiares de los represaliados enterrados en Aranga aún no han reclamado sus restos. El silencio se mantiene en machas familias marcadas por la represión. "No podemos olvidar que el franquismo modeló una conducta. Por muy extraño que nos parezca en 2009, ellos (los hijos o hermanos de paseados) vivieron otra época y eso hace que todavía hoy tengan miedo a hablar", explica Grandío. Con la investigación de esta fosa, como ya ocurrió en las abiertas hasta ahora en Galicia, muchos descubrirán dónde están enterrados sus familiares. Algunos, todavía hoy, desconocen cómo han muerto.