En 1939 conquistaba sin quererlo a la caprichosa Escarlata O'Hara en una de las mejores películas de la historia. Cuatro años después, Leslie Howard, el bueno de Ashley Wilkes en Lo que el viento se llevó, moría junto a otras 16 personas en la escarpada costa de Cedeira, muy cerca de San Andrés de Teixido. Hace 66 años, el 1 de junio de 1943, el avión en el que viajaban desde Lisboa a Bristol fue derribado por un escuadrón nazi cuando sobrevolaba la serra da Capelada, donde el 18 de julio se rendirá homenaje al que muchos consideran un olvidado héroe de guerra.

No es que los pilotos alemanes cometieran un error de cálculo aquella mañana de junio, todo lo contrario, cumplieron a la perfección la misión que les habían encomendado los altos mandos del III Reich: matar al actor británico. Y es que Leslie Howard no era un simple artista, sino un colaborador del Gobierno de Churchill que había viajado a la Península para pedirle a Franco que se quedara al margen de la II Guerra Mundial.

Desde el inicio del conflicto, Howard, militar frustrado, dejó claro su apoyo a los aliados dentro y fuera de la pantalla, escribiendo artículos y participando en tertulias en las que cargaba contra los nazis y pedía a EEUU, donde había triunfado como actor, que impidiera que Hitler se hiciera con Europa. Incluso dirigió dos películas propagandísticas, El gran Mitchell y Pimpinela Smith, en la que se burlaba de los nazis y parodiaba a los principales dirigentes del III Reich.

El compromiso político de Leslie Howard -la mayor estrella del celuloide británico en los años 30 y 40-, sumado a sus contactos en todo el mundo lo convirtieron en el candidato perfecto para mediar entre los aliados y los países supuestamente neutrales, como España. Así, a petición del premier británico, Winston Churchill, y gracias a una de esas viejas amistades, Leslie Howard se reunió con Franco en Madrid para garantizar que España no entraría en la contienda. Hecho eso, cogió un avión en Lisboa para volver a Reino Unido, pero nunca llegó. Su cuerpo y los de los otros ocupantes del DC-3 en el que viajaban yacen ahora en aguas cedeiresas.

Los detalles del viaje de Howard a España, y el motivo por el que su avión fue abatido por los nazis en Galicia nunca habían quedado claros. Historiadores y cinéfilos se debatieron durante años entre varias hipótesis, como que Howard había venido a España para dar unas charlas sobre Hamlet -la tapadera oficial de su misión secreta- o que la Luftwaffe derribó su avión por error, pensando que en él viajaba el propio Churchill, quien guardaba un gran parecido con el contable y mano derecha de Leslie Howard. Finalmente, ha sido José Rey Ximena, un investigador andaluz con raíces coruñesas quien ha resuelto el misterio. Tras recordar las historias que le contaba su padre, antiguo coronel de aviación, en Cedeira, sobre la verdadera historia de Leslie Howard, Rey Ximena comenzó a rebuscar en los archivos británicos, españoles y portugueses hasta completar una historia que luego convirtió en libro: El vuelo de Ibis (Ediciones Facta, 2008).

La clave de la investigación la tuvo otra actriz, Conchita Montenegro, la primera española que triunfó en Hollywood. La artista donostiarra, conocida como la Greta Garbo española, y Leslie Howard habían tenido una aventura durante el rodaje de Prohibido en 1931. Doce años después, en 1943, Montenegro había entrado en el círculo de Franco, pues estaba prometida con el diplomático de la Falange Ricardo Giménez Arnau. Howard aprovechó así su viejo amorío con la actriz, que hizo de anfitriona durante el viaje, para organizar la reunión secreta entre el británico y el Generalísimo.

"Para eso había venido, y no para dar conferencias". Así se lo reveló la propia Conchita Montenegro a José Rey poco antes de morir, en 2007 y con 95 años, en una residencia de ancianos en Madrid. Conchita confesó al autor de El vuelo de Ibis que la muerte de Leslie Howard fue "un golpe tremendo" para ella -que al año siguiente se retiró del cine y no volvió a actuar-, y que durante toda la vida se sintió "culpable" por lo sucedido.

Tras más de 60 años entre el olvido y el misterio, José Rey, el Ayuntamiento de Cedeira, la asociación coruñesa Royal Green Jackets y los familiares de Howard y del resto de víctimas han decidido hacer un homenaje al actor, al que consideran un "héroe de guerra". El acto será el 18 de julio en O Curutelo, el lugar exacto del derribo -a medio camino entre la capilla de San Andrés de Teixido y el espectacular mirador de A Garita da Herbeira-, y a él asistirán destacadas autoridades, como los embajadores holandés y británico, además de familiares del propio Howard. Habrá salvas de honor, coros y bandas de música, ofrenda floral y misa en San Andrés. Además, en Cedeira se proyectará Pimpinela Smith y, si todo va bien, la edición remasterizada de Lo que el viento se llevó. Y se descubrirá una placa con los nombres de las víctimas bajo un original monumento: las hélices de un avión igual al que se estrelló contra los acantilados de A Capelada hace 66 años.

El ataque aéreo en el que murió Leslie no fue la única huella que la II Guerra Mundial dejó en Galicia. Los vecinos de Cedeira aún recuerdan los frecuentes incidentes entre submarinos y aviones nazis y aliados que se repetían con cierta frecuencia en la zona. Pese a la supuesta neutralidad de Franco en la contienda, lo cierto es que el dictador español permitió que los alemanes instalaran bases navales y estaciones radiofónicas en territorio gallego, como las situadas en el municipio lucense de Cospeito, que resultaron afectadas por el temporal que azotó la comunidad el pasado enero.

Otro de los frentes de batalla en los que Galicia jugó un importante papel fue el mercado minero. Los metales como el wolframio, imprescindibles para la industria armamentística y muy abundantes en los suelos de la comunidad, eran muy codiciados por ambos bandos, hasta el punto de que era habitual que los británicos compraran grandes cantidades de wolframio en España no tanto porque lo necesitaran para fabricar armas, sino para subir su precio en el mercado y evitar así que lo compraran los nazis.

Esta precisamente era la misión de otro de los 17 pasajeros del vuelo 777 en el que viajaba Leslie Howard. Se trataba de Ivan J. Sharp, un ingeniero de minas que había viajado a España para conseguir wolframio para los británicos.

Sus nietos, Ivan y Jeremy Sharp, organizaron el pasado lunes, cuando se cumplían 66 años del acontecimiento, un sentido homenaje para recordar a las víctimas del ataque aéreo sobre las costas de Cedeira: un grupo de investigadores, autoridades y familiares de los fallecidos (entre ellos, Patrick Gerassi y José Rey Ximena o el cónsul británico, Mark Carthorne) repitió la fatídica ruta de sus allegados: cogieron un avión en Lisboa a Bristol.