Vive en una torre próxima a la plaza de Cuatro Caminos, en cuyo centro se alza el chafarís de la fuente que ella proyectó: "Es que estaba harta de vivir sola en la casa de Ciudad Jardín. Aquí por lo menos hay gente, se oyen coches, frenazos... Y oigo las gaviotas que se chapuzan en la fuente".

-¿Cómo van esas memorias?

-¿Te has enterado que escribo mis memorias? Pues, lentamente, como me voy acordando. Realmente, ya están escritas y sólo tengo que acabar de transcribirlas en el ordenador y darles un aspecto decente.

-¿Qué tal con la informática?

-Muy bien no, a veces me hago unos líos espantosos, pero no pasa nada, se deshacen y ya está.

-¿Le siguen llamando Lalitos?

-Sí, Lalitos. A estas alturas...

-Usted fue la primera. Ahora salen arquitectas a punta pala.

-Muchas son lloronas, cuando las cosas se les ponen difíciles se echan a llorar, deben ser restos de la educación del siglo XIX.

-¿Eso les pasa?

-Fui catedrática de Construcción en la Escuela y lo vi. Si las regañan porque un proyecto no está bien hecho se echan a llorar. ¡Magnífico!, define tu proyecto y, si crees que es bueno, defiéndelo. ¿Cuando tengas problemas en una obra te vas a poner a llorar en el andamio?

-Debía ser de armas tomar.

-Algo, sí. Oye, no tiene nada de raro, yo era una niña de la guerra, demasiado bestias.

-La primera arquitecta de España fue Matilde Ucelay, ¿quién fue la segunda?

-Lalín Urcola.

-Y usted, la tercera.

-Sí, luego vinieron muchas más.

-En 1965 sólo eran cinco.

-Nada más; entonces no se animaban. Es que tiraba mucho lo del novio, chica. Las que tenían novio no estudiaban.

-¿Y usted?

-Tenía novio, pero le hacía el caso correspondiente, no me pasaba.

-¿Y no se casó?

-¡Nooo!

-¿Por qué ese no tan sonoro?

-Porque probablemente hubiera tenido que dejar la carrera, tal como eran las cosas entonces: vivíamos cara al sol con la camisa y todo y teníamos que parecernos a Isabel la Católica. Era una verdadera gaita.

-¿Por qué su padre rechazaba que fuese arquitecta?

-No le gustaba por una sencilla razón: sabía lo peligroso que era.

-¿Era de marimacho?

-Pues mira, como era la primera, no me colocaron el sambenito pero en segundo de carrera un profesor me preguntó por qué no hacía arquitectura femenina. Yo le contesté: 'Mire usted, apenas sé todavía hacer arquitectura, como para distinguir de sexos'.

-¿Tuvo que sortear obstáculos en la profesión por ser mujer?

-No. Lo único, que entonces no se llevaban pantalones e ir con faldas a las obras era endemoniado.

-¿Zancadillas en la Escuela?

-No, tonterías, pequeñas memeces. Hay gente que es bobita.

-Ser hija de Rey Pedreira le...

-¡Eso es lo que dijo uno de mis catedráticos a mis compañeros! Les pegó un grito y les dijo que yo era de la profesión desde el nacimiento, que era hija de arquitecto. Yo jugaba en el equipo de rugby, en los entrenamientos, porque no les parecía femenino para las mujeres.

-¿Jugaba al rugby?

-Claro, y daba unas patadas muy bien dadas.

-Toda una pionera.

-Yo tenía que estar todo el rato improvisando porque no había precedentes, ¿comprendes?

-¿Está satisfecha con su obra?

-En la medida en que buenamente se puede estar satisfecho, sí; a lo mejor podía haber dado más, aunque creo que trabajé duro.

-¿Se cargaría algún proyecto?

-No, porque todos fueron una experiencia diferente, y estoy hablando de unos 2.300 encargos.

-¿La torre de los Maestros?

-Los arreglos que le hicieron no me gustan nada, más que por estética, por el peligro. No me explico cómo el Ayuntamiento, que pone tantas pegas a todo, consintió que cerraran la ventilación de la escalera y crearan un tubo que como un día haya una intoxicación o algo así va a ser una gracia.

-¿Su obra favorita?

-En la que más me divertí fue en el local social del pescador en Fisterra. Los obreros eran los propios promotores y como tenían que ir a pescar los que lo hicieron fueron sus mujeres: el hombre va al trabajo y la mujer, a la leira.

-Otro proyecto.

-Uno sin consecuencias, la conservación de la playa de Santa Cristina: conseguí que no se partiera.

-¿Qué le parece el proyecto de unir la de Riazor y el Orzán?

-Quieren unirlas para ser una sola playa como en San Sebastián y tener una Concha en A Coruña, lo cual es una cosa sin pies ni cabeza. Ya veremos lo que dice el mar.

-¿Y el plan de Urbanismo?

-No me hables. Busquets es mediterráneo y nosotros somos atlánticos y eso marca una diferencia que no se puede saltar y no me explico cómo la Corporación no se da cuenta. Y luego subrayan eso de vivamos como galegos. ¡Arre demo! Rellenar las dársenas y construir viviendas allí es cargarse la ría, que es una de las cosas más bonitas que tenemos. Es liquidar toda la vista de la ría.

-¿Qué haría en María Pita?

-Dejarla como estaba antiguamente, había un jardín precioso con unos magníficos magnolios.

-¿De las obras de su padre, qué más le gusta?

-El pabellón de deportes. Era una joya y los muy bestias se lo han cargado, no lo merece.

-¿Le gusta más que el mercado de San Agustín?

-Precioso también, lo que pasa es que es simplemente una obra parabólica. El palacio de deportes es una aventura porque es una bóveda de hormigón colgada de cables.

-La Ciudad Jardín de su padre está bastante desfigurada.

-Ese es uno de los vicios que tenemos los coruñeses, hacerle arreglitos a los edificios. ¿Qué edificios de A Coruña conoces que no les hayan hecho un arreglito? O con el color, porque la pintura del hotel Finisterre, al lado de la muralla del Parrote, es como para pegar un grito.