"Sacadme de aquí cuanto antes". La nota de auxilio que envió desde el cuartel de la Guardia Civil de A Coruña llegó a sus familiares, pero los intentos de dar con su paradero fueron en vano. Al día siguiente de su desaparición, José Luis González Ledo ya no estaba en las dependencias policiales. Ya han transcurrido más de 70 años desde que el joven coruñés fue paseado y enterrado en la mayor fosa del franquismo en Galicia -la de Vilarraso (Aranga)- y sus restos todavía no descansan en paz. En el cementerio de Vilarraso, yacen los cuerpos vencidos de 29 fusilados durante la Guerra Civil, pero hasta el momento los investigadores tan solo han sido puesto nombre y apellidos a nueve de ellos. El último, José Luis González Ledo. Para tratar de localizar al resto de familiares de los 20 represaliados N.N. -del latín nomen necio, en español de nombre desconocido-, la Comisión de la Recuperación de la Memoria Histórica de A Coruña (CRMH) ha retomado una campaña lanzada hace ya un año para que familias y vecinos venzan el "miedo" que les persigue desde los oscuros años de represión y den respuesta a las incógnitas sobre la fosa de Aranga.

Unos pocos se han atrevido a dar el paso y romper con el silencio impuesto en cientos de familias que tienen a sus muertos en cunetas, montes o tapias de cementerio. Es el caso del coruñés Emilio González Ledo, que ayer relató en público la búsqueda de su hermano José Luis, iniciada por la familia la misma noche de su desaparición, en octubre de 1936.

"Lo fueron a buscar al café donde estaba echando la partida", recuerda Emilio, de 85 años. La primera noticia que tuvieron de José Luis llegó pasadas las diez y media de la noche de su desaparición. "Se presentó en nuestra casa un paisano, o por lo menos venía de paisano y nos entregó una notita muy escueta: 'sacadme de aquí cuanto antes'. Estaba en el Cuartel de la Guardia Civil de A Coruña. A primera hora de la mañana, allí ya no estaba". Acompañado por miembros de la CRMH de A Coruña, González Ledo respondió a aquellos que apuestan por no remover el pasado y no abrir viejas heridas. "Cada uno tiene su preocupación. Mi hermana intentó hace décadas recuperar sus restos. Entonces no había las facilidades de ahora, no quedaba otra que callar y agachar las orejas. Hoy podemos recuperar sus restos y darle una sepultura digna".

Ese es el objetivo por el que la CRMH de A Coruña ha decidido retomar la campaña informativa sobre la fosa de Aranga -incluida en una listado de fosas en A Coruña y comarca con más de 600 represaliados-. "Es una cuestión de justicia reivindicar la lucha de quienes lucharon por la democracia y la libertad", apuntó el presidente de la CRMH de A Coruña, Manuel Monge, en alusión a los "más de 100.000 personas que siguen en las cunetas sin ningún tipo de reconocimiento".

"¿Que por qué (lo mataron)? -se preguntó Emilio-. Sería porque era republicano. Otra causa es que vivíamos en el mismo edificio del general Caridad Pita", jefe de la 15 Brigada de Infantería de A Coruña y ferviente republicano.

Al acto celebrado en la Casa Museo Casares Quiroga también asistió Santiago Fernández, profesor de Historia Contemporánea de Santiago de Compostela, y Alfonso Blanco, sacerdote de Guitiriz. "Todavía hay mucho miedo, sobre todo de los testigos. Tiene que vencerlo y contar lo que saben. Eso es lo que hace falta porque el tiempo se acaba", reclamó el profesor de la USC. "Todavía es una página oscura de la Historia de la que la gente no quiere hablar -ratificó Alfonso Blanco-. Necesitamos recuperar la memoria y dignificar a nuestros vecinos".

En total, según datos del proyecto Nomes e Voces de las tres universidades gallegas, más de 5.000 gallegos desaparecieron durante la Guerra Civil. Las últimas investigaciones sobre la fosa de Aranga revelan que no solo el cementerio de Vilarraso sino también otros puntos del municipio fueron elegidos para enterrar a los paseados en localidades limítrofes. Lugares como La Costa da Sal, Ponte da Castellana o la curva da Rebórica convirtieron a Aranga en un lugar de memoria marcado por el enterramiento masivo de víctimas del franquismo fusilados en otros municipios e incluso comunidades. Los historiadores han certificado a través de expedientes policiales y causas militares que al menos 80 represaliados permanecen enterrados en el municipio.