Lavacolla, 1982: Juan Pablo II oficiaba una misa del peregrino para medio millón de personas. Monte do Gozo, 1989: el mismo Papa se reunía con 250.000 jóvenes cristianos. Plaza do Obradoiro, 6 de noviembre de 2010: sólo diez mil personas como máximo, estimó ayer el Arzobispado de Santiago, podrán ver en vivo y en directo a su santidad Benedicto XVI presidiendo una eucaristía de dos horas, aunque habrá que sumarles las 700 que tendrán el privilegio de escucharle a los pies del mismísimo Apóstol -aunque para ello hará falta una invitación de la Archidiócesis que estará dirigida a niños, ancianos, enfermos y miembros de vida consagrada-.

El resto de los que deseen ver al Papa tendrá que luchar por un hueco en la plaza de A Quintana, ya que el Pontífice saludará a los congregados allí desde la Porta Santa. También hará lo propio desde la escalinata del Obradoiro, pero los que quieran conseguir sitio en la ceremonia litúrgica de la tarde quizás defiendan ya su espacio desde la mañana. Los demás tendrán que conformarse con echarle un vistazo desde el Papa Móvil, que trasladará al Pontífice desde Lavacolla a la basílica, y luego disfrutar de la eucaristía que oficiará en el Obradoiro a través de las siete pantallas -ocho, con la ubicada en la propia plaza- desperdigadas por el casco histórico de la ciudad, que permitirán un seguimiento "mediático".

A pesar de todo, el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, realizó ayer en la presentación del programa del Papa una "invitación" a todos los fieles para que acudan al encuentro de Benedicto XVI: "Es la primera vez en la historia de la Iglesia que en un Año Santo expresamente el Papa haya querido venir a Santiago", lo que tildó de "muy significativo" y "trascendente". Por ello demandó "la mejor acogida y la mejor hospitalidad" posible.

En marzo, cuando Barrio confirmó la visita del Papa, ya avisó que este deseaba una ceremonia "muy sencilla". El alcalde de Santiago, Xosé Antonio Sánchez Bugallo, advirtió de que en el Obradoiro cabrían "a lo sumo" unas 20.000 personas y temía que esas "expectativas" fueran "superadas". Las cifras del sector hostelero así lo indican, aunque el presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería de Santiago, José Antonio Liñares, admite que aún quedan plazas.

También en marzo, Barrio destacaba en el anuncio de este "gran acontecimiento" que el Papa dedicaría "todo el día a Santiago". Al final, el Apóstol tendrá que conformarse con una visita de unas ocho horas, antes de que el Papa tome el avión para Barcelona, donde consagrará el templo de la Sagrada Familia.

A falta de detallar horas concretas -habrá que esperar a septiembre-, el Arzobispado detalló ayer el programa del Sumo Pontífice, que se iniciará con su llegada a Lavacolla, donde será recibido por miembros de la Casa Real, aún por determinar, y autoridades eclesiásticas y civiles, estatales, autonómicas y locales.

Tras desplazarse en el Papa Móvil hasta la ciudad, entrará en la catedral por la Azabachería como "peregrino de la fe y testigo de Cristo resucitado". Enseguida rezará en la Capilla de la Comunión y se dirigirá a la escalinata del Obradoiro, desde donde saludará, para luego contemplar el Pórtico da Gloria, liberado de parte de sus andamios. Retrocederá hasta la cripta del Apóstol, donde también orará, y luego saldrá por la Porta Santa a saludar a los congregados para volver de nuevo a la basílica y proceder con el abrazo al Apóstol. Desde el altar dirigirá unas palabras a las 700 personas reunidas en la catedral -el aforo se reduce porque quedarán las naves laterales libres- y disfrutará del botafumeiro. Tras comer y descansar en el Palacio Arzobispal, presidirá la eucaristía. A última hora de la tarde el Santo Padre se dirigirá a Lavacolla, en donde será despedido por un "reducido" número de autoridades.