Las familias de los brigadistas fallecidos exigen conocer "la verdad" del accidente

Dolor e incertidumbre en el último adiós en Vigo. Los dos jóvenes brigadistas fallecidos la noche del jueves en el incendio de la localidad pontevedresa de Fornelos de Montes fueron despedidos ayer por sus familiares y amigos. Rodrigo Amo González, vecino de Nigrán de 35 años, fue incinerado tras un funeral en la capilla del tanatorio vigués de Pereiró, mientras que Julio Martínez Da Silva, tomiñés de 27 años, recibió sepultura en el cementerio parroquial de San Pedro de Sárdoma. Sus seres queridos exigen conocer "la verdad" de las circunstancias de su muerte y así se lo transmitieron a los representantes del Gobierno central poco antes de las honras fúnebres.

Numerosos allegados a Rodrigo Amo acudieron al tanatorio de Pereiró durante la mañana para dar el pésame a su familia. Entre ellos, el delegado del Gobierno en Galicia, Antón Louro, y el subdelegado en Pontevedra, Delfín Fernández. Según trascendió de sus conversaciones con los padres del fallecido, la familia reclama una investigación a fondo sobre lo sucedido para dirimir responsabilidades. El alcalde de Nigrán, Efrén Juanes; el concejal de Seguridad de la localidad, Manuel Doldán; el regidor de Vigo, Abel Caballero; la senadora socialista Carmela Silva; las diputadas del PSOE Carmen Gallego y María José Caride también les transmitieron sus condolencias.

El encuentro de la familia con los representantes de la Xunta resultó incómodo. La inquietud de los parientes sobre lo ocurrido la noche del incendio hizo que rechazasen el pésame de los conselleiros. Solo el presidente, Alberto Núñez Feijóo, se presentó ante ellos para ofrecerles su apoyo personalmente. Lo acompañaban el conselleiro de Presidencia, Alfonso Rueda; el de Medio Rural, Samuel Juárez; el director xeral de Montes, Tomás Fernández-Couto; los delegados de la Xunta en Vigo y Pontevedra, Lucía Molares y José Manuel Cores Tourís; y el vicepresidente de la Diputación José Manuel Figueroa. Todos ellos permanecieron unos minutos en una sala de visitas pero se marcharon antes del funeral.

Por la tarde, Sárdoma se tiñó de luto para dar su último adiós a Julio Martínez da Silva. El cuerpo del joven brigadista fue velado en el tanatorio Vigomemorial, desde donde partió la comitiva fúnebre hasta la iglesia de San Pedro. Allí ya se congregaban más de un centenar de familiares, amigos y vecinos. También estuvieron presentes el alcalde de Vigo, Abel Caballero; el delegado del Gobierno, Antón Louro; y la diputada autonómica del PSdG María José Caride.

En la parroquia todos recordaban al fallecido. De allí es su padre, Julio Enrique Martínez Davila, y esta fue su residencia hasta hace 15 años, cuando se trasladó a vivir a la parroquia de Estás, en Tomiño. "Se bautizó aquí, aquí recibió la primera comunión? Hizo media vida en Sárdoma", afirmaban afligidos los vecinos a la puerta de la iglesia. Todavía conmocionados por la noticia, denunciaban la forma de trabajar de los servicios de extinción de incendios de la Xunta. "¿Cómo los mandaron los primeros? Tenía que haber ido un bombero experimentado con la manguera", decían indignados.

Poco antes de las seis de la tarde llegó el cortejo fúnebre. Rotos de dolor, el padre y las hermanas del fallecido acompañaron el féretro hasta el interior de la iglesia, donde se celebró el funeral. La pequeña capilla no pudo albergar a todos los que acudieron a presentar sus condolencias. Durante la espera demandaban una investigación que aclarase el suceso.

"Esto que ha pasado no puede quedar así, hay que investigarlo", afirmaban. Amigos del brigadista recordaban incluso cómo en más de una ocasión tanto él como sus compañeros se habían quejado de la falta de medios a la que tenían que hacer frente en su trabajo.