La crisis eleva la picaresca para obtener dinero de las compañías aseguradoras

El ingenio se agudiza para tratar de defraudar a las empresas. Robos simulados, lesiones ficticias o accidentes inexistentes son algunas de las fórmulas empleadas

D. Domínguez | Santiago

El pasado mes de mayo una ferrolana de 46 años conducía por la ciudad cuando chocó contra dos vehículos aparcados en la vía pública. Nadie alrededor. Ningún vecino. Y brota el ingenio, la picaresca. La mujer se fue corriendo a su casa y dejó abandonado el coche, para horas después acudir a la comisaría para denunciar el robo del coche. Quería evitar pagar los desperfectos que había ocasionado. La policía analizó los hechos y detectó incoherencias en el relato de la mujer, que acabó confesando que la denuncia que había presentado era falsa.

La crisis está incrementando estos casos habituales en Galicia. La picaresca siempre ha luchado contra las aseguradoras para simular accidentes, robos o incendios para poder cobrar una indemnización, pero la delicada situación económica está agudizando el ingenio de los ciudadanos para tratar de conseguir recursos extra como sea, incluso mintiendo. "Los intentos de fraude están al orden del día, pero el ingenio se dispara en situaciones de crisis como la actual", apunta Adolfo Campos, director del Instituto Atlántico del Seguro (INADE).

Las pólizas contemplan indemnizaciones para averías en coches, pero también por robos en cajeros automáticos o incluso lesiones laborales antes de que se produzca un previsible despido. La lucha contra el fraude ha provocado que las empresas aseguradoras recurran a detectives privados y destinen cada vez más recursos a este apartado. "Un euro invertido en investigación produce una reducción en las indemnizaciones de hasta cuatro puntos", apunta Campos, que indica que el sector carece todavía de datos de lo que va de año. Eso sí, el año pasado, las empresas gallegas trataron de defraudar a las aseguradoras un 20% más que en 2008. De hecho, las mentiras a estas compañías generan una factura muy elevada. El año pasado, las aseguradoras detectaron más de 100.000 casos por un valor superior a los 307 millones de euros, según los datos de ICEA (Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones). "E imagina los que se nos escapan", añade Campos.

Los casos más frecuentes muestran que el ingenio abarca muchos frentes.

. Incendios. Las pólizas que más dinero incluyen son las relacionadas con el fuego en una empresa. Cuando las llamas destruyen el inmueble el empresario recurre al seguro para exigir el pago de la indemnización. "Es bastante frecuente que surja el fraude", reconoce Campos. En este apartado resulta clave la aportación de la Guardia Civil, que a través de sus investigadores puede descifrar si se ha usado algún material acelerante o se ha provocado un cortocircuito. "Si es así lo denunciamos", añade.

. Robos. Lo más habitual es el hurto en la calle, cubierto por el propio seguro bancario en muchos casos. Se produce cuando la persona justifica que ha sacado dinero del cajero automático y denuncia un robo. "Dicen que un chico con vaqueros, camiseta y una navaja o una jeringuilla los ha atracado. Siempre son morenos. Nunca hay ningún rubio", indica Campos sobre la mayor dificultad para reconocer al supuesto culpable. "Está al orden del día". Tanto que el pasado día 12 de mayo la Guardia Civil detuvo a una pareja por denunciar un falso robo en su bar de Castadón, cercano a Verín. Aseguraban que el ladrón se había llevado varios cientos de euros. Pero ni los trabajadores habían detectado que faltase dinero, ni había indicios de robo, ni la alarma había saltado.

. Automóviles. El periodo de sustitución del automóvil ha ido aumentando, pasando de entre 5 y 8 años a entre 12 y 15, según el sector. "Por ese motivo se incrementan los costes de mantenimiento, por lo que aumentan partes dudosos tanto de accidentes como de lesiones", explica Campos, aludiendo a las pólizas que contemplan el pago de una cantidad diaria durante el tiempo que el afectado siga lesionado y que ronda los 50 euros en la mayoría de los casos. "Ocurre con frecuencia, para evitarlo necesitamos que colaboren los médicos y los peritos", reconoce el responsable del Instituto Atlántico del Seguro.

El modus operandi de las compañías para tratar de acotar los intentos de fraude se resumen en una máxima: intimidar al asegurado y buscar pruebas. Por ello, cuando existen apenas indicios de fraude las aseguradoras presentan una denuncia. La peor parte se la llevan las personas que, aunque no intentaron defraudar, pueden verse abocados a pleitear por la parte que les toca.

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