Vigilantes en todos los accesos de la catedral, aforo limitado a un millar de personas y una única puerta (la de Praterías) habilitada como entrada. La basílica compostelana estrenó el 1 de abril medidas de seguridad aunque sin duda la más polémica fue la prohibición de acceder al templo con mochilas. Meses después de los cambios todavía hoy decenas de peregrinos se sorprenden y molestan cuando los vigilantes que controlan el aforo les informa de que no pueden entrar con sus bultos. La alternativa está a pocos metros: la Casa do Deán ofrece un espacio con 900 consignas para albergar las mochilas. Pero no es un servicio gratuito. Un euro da derecho a dejar la mochila en el almacén durante todo el día y lo recaudado se destina a "autosubvencionar" el servicio. En los seis meses que lleva funcionando la consigna han pasado por ella una media de 200 peregrinos y turistas, aunque Miguel Baño, gerente de Segur 10, admite que hubo días puntuales como el 25 de julio que las consignas "casi se llenaron". Estas cifras se tradujeron en unos ingresos de unos 36.600 euros, dinero que se queda la empresa como parte de la concesión. Y aunque hay peregrinos que se quejan de que con todo se hace negocio, Baño asegura que ese euro les da para "cubrir gastos" y pagar a las cuatro personas que hay en la consigna.