Aunque hacer el Camino de Santiago sigue siendo una de las opciones más económicas para cualquier turista en crisis, los peregrinos modernos se han tenido que acostumbrar a pagar por servicios que hace dos años eran gratuitos. La principal novedad para el bolsillo de los romeros fue la decisión de la Xunta, a principios de 2008, de empezar a cobrar una tasa simbólica por dormir en su red de albergues. Durante los nueve primeros meses del año se recaudaron en total 821.000 euros, una cantidad que el Gobierno gallego destinó a financiar los mantenimiento y limpieza de las 61 posadas que componían entonces la red. Dos años más tarde y en pleno Xacobeo, aquella cantidad se ha duplicado y solo hasta mediados de septiembre las arcas de la Xunta ingresaron 1.623.950 euros por este concepto.

La red oficial de albergues está integrada por 63 instalaciones distribuidas a lo largo de las diferentes rutas jacobeas. La mayoría de ellos están en el Camino Francés, la ruta más popular y la que concentra también en lo que va de año el 60% de las pernoctaciones. El Camino Portugués y la Vía da Prata, con todo, siguen ganando adeptos y se consolidan como la segunda y tercera ruta más concurridas. En total, desde la apertura de la Puerta Santa por los albergues oficiales de la Xunta han pasado ya 324.790 peregrinos, 34.413 más que el año pasado y 58.905 más que hace dos.

Este incremento de las pernoctaciones no es ninguna sorpresa. El propio Gobierno gallego ya había pronosticado que, si se mantenía el flujo de peregrinos de 2004, la recaudación de los albergues se dispararía. Las estadísticas del Arzobispado de Santiago confirman que está siendo un Xacobeo histórico ya que entre los meses de enero y septiembre alcanzaron la capital gallega 227.537 romeros, es decir, un 44,8% más que durante los nueve primeros meses del último Año Santo. La buena respuesta de los peregrinos a una celebración que no se volverá a repetir en 11 años, con todo, no parece ser el único motivo de este espectacular incremento de los ingresos, al que ha contribuido la decisión de la Xunta de subir de tres a cinco euros la tarifa oficial por pernoctar en sus albergues.

Iniciativa del bipartito

Cuando el bipartito planteó por primera vez hace cinco años empezar a cobrar a los peregrinos, Galicia era la única comunidad del Camino de Santiago en la que el alojamiento seguía siendo gratuito. Para vencer las reticencias iniciales a imponer el cobro de una tasa, una medida reclamada por algunos alcaldes pero rechazada también firmemente desde otros sectores, la Xunta fijó la tasa en tres euros y lo planteó como un pago "simbólico" para ayudar a cubrir los gastos corrientes de estas instalaciones. Pero tras dos años de vigencia y coincidiendo con la celebración del Xacobeo, un evento llamado a batir todos los récords de peregrinaciones y turistas, la Xunta de Alberto Núñez Feijóo anunció a finales de 2009 que subiría esta tasa a cinco euros.

El conselleiro de Cultura, Roberto Varela, justificaba este incremento para sufragar los gastos de reforma y restauración de algunos de los albergues más antiguos y en peor estado e incluso para ayudar a financiar la construcción de otros nuevos.

Los peregrinos, sin embargo, no ven tan justificada la subida y en los últimos meses decenas de romeros han expresado su malestar al entender que la red pública de albergues se está convirtiendo en un "negocio" más entorno al Año Santo. Y es que, siguiendo el ejemplo de la Xunta, los concellos se han ido sumando también a la idea de cobrar por dormir en sus instalaciones y este año ya había pocos municipios en el Camino que seguían alojando a peregrinos de forma gratuita.

Además, a la nueva tarifa por pernoctar se ha sumado también este año la prohibición de entrar en la catedral con mochilas, que los peregrinos pueden dejar en un edificio próximo al templo pero, eso sí, a cambio de un euro. El concello de Santiago también ha abierto sus instalaciones a los peregrinos y con motivo del Año Santo habilitó en abril un servicio especial de consignas en el que se puede aparcar las bicicletas por dos euros o dejar además la mochila por un euro más.