La última pareja de bacaladeros de la flota española preparaba ayer su primera salida hacia Terranova desde el año 1996, cuando se cerró la pesquería para poder recuperar la especie. Son los Arosa Doce y Arosa Catorce, de la armadora gallega Pesquera Áncora, que ha decidido enviar a aguas del Atlántico Noroeste a sus dos últimas unidades operativas para "reencontrarse" con el caladero muchos años después. "Aunque suene demasiado poético, es así, pero además queremos saber cómo está aquello -el caladero- para tomar nuestras decisiones", explica Iván López, el gerente de la empresa gallega, que desde hace unos meses pertenece a la multinacional UK Fisheries LTD, participada por dos potentes grupos de Islandia y Holanda.

Pesquera Áncora dispone este año de un cupo de bacalao en Terranova de 390 toneladas, el 24% de la cuota española y mucho menos de la mitad de las capturas que podía lograr en una sola marea cualquiera de las 76 parejas de que disponía la flota española del bacalao hace solo tres décadas, cuando además contaba con 12 bous (barcos que faenan independientemente) y empleaba a más de 3.500 personas.

El año pasado, la organización internacional que gestiona el caladero del Atlántico Norte (NAFO), tras constatar la recuperación del stock de bacalao, reabrió la pesquería de forma "simbólica" -800 toneladas a repartir entre los ocho barcos que componen la actual flota bacaladera española: la pareja de los Arosa y seis bous-, lo que hacía inviable el envío de la pareja para una cuota tan corta, por lo que concertó la captura con otro barco de NAFO. Pero este año, el importante aumento autorizado -1.600 toneladas para España- hace viable una campaña de "quince días o un mes", explica López, cuyos barcos salen hoy del puerto de Vigo hacia un destino hasta ahora desconocido para el capitán del Arosa Catorce, Manuel Pérez Santomé, y también para la pareja de bacaladeros.

"La verdad es que me hace ilusión ir, porque no se puede trabajar en el bacalao sin conocer Terranova", explica Santomé, curtido en la pesca de bacalao en Noruega y en múltiples mareas y pesquerías en Angola o Malvinas. "Dicen que allí hay mucha niebla y muy mal tiempo, lo que hace muy compleja la pesca en pareja, pero también que hay mucho y buen pescado", relata mientras repasa con el jefe de máquinas e inspector de la empresa, Rafael Rodríguez, los últimos detalles de los barcos y tripulantes.

26 tripulantes por barco

Son 26 hombres por barco, casi todos de las Rías Baixas, desde el Miñor al Barbanza, pasando por el Morrazo y Arousa y hasta un argentino "que ya es gallego" y un natural de Chantada (Lugo). Son tal vez el único segmento de la flota de altura española que no embarca extranjeros "porque es más fácil la convivencia al tener las mismas costumbres y el mismo idioma".

Otro de los tripulantes es el joven biólogo Rubén Castiñeira, encargado de muestrear, medir y pesar los datos de capturas para el Instituto Español de Oceanografía (IEO). "Va a ser duro porque es mucho tiempo y mucho trabajo pero es una experiencia de la que se aprende. Todo gallego debería ir alguna vez en un barco de estos para que se sepa lo que es", comenta el joven. Además del biólogo, la expedición contará con dos inspectores.