Francisco Franco Martínez-Bordiú, señor de Meirás y marqués de Villaverde, estudió Medicina como su padre pero trabaja como empresario y es el ideólogo y administrador de los negocios familiares. Ahora presenta La naturaleza de Franco. Cuando mi abuelo era persona, una obra en la que narra los detalles más personales y cotidianos de su abuelo, el exdictador Francisco Franco Bahamonde, del que afirma que "era un abuelo atento y cariñoso". "Era mi compañero de caza y pesca, mi mentor, mi amigo. Lo quise más que a mi padre", apunta en el libro, publicado por la editorial La Esfera de los Libros.

-¿Era ahora el momento más indicado para publicar este libro?

-No ha sido una decisión mía, sino un encargo. Si no, quizá nunca se habría encontrado el momento idóneo.

-¿Sirve para desterrar algunas de las muchas leyendas sobre su abuelo?

-Ni pretendo ni puedo eliminar las leyendas que se han creado a su alrededor durante 36 años para intentar denigrar su memoria. Cuento las cosas que vi, que no concuerdan con lo que se ha dicho. Tampoco nadie ha estado dispuesto a desmentirlas, quien ha intentando defender a mi abuelo ha sido tachado de fascista, reaccionario y de ultraderecha, cosa que no fue nunca mi abuelo. Hay un artículo suyo para el diario Arriba donde habla de lo que le parece bien de la derecha y de la izquierda. Él era independiente, no tenía color político.

-¿Con qué aspectos de la izquierda estaba de acuerdo?

-Él defendió siempre a la clase trabajadora, que no son solo los obreros, sino desde ellos hasta los empresarios, porque todos trabajan. Y fue contrario a las clases pasivas, las que viven de los demás.

-¿Qué sorpresas se puede encontrar el lector en este libro?

-Cuento la parte íntima de mi abuelo, la que nadie ha contado. Ante tanta infamia, he querido contar la verdad, con la que se llega muy lejos. Y la gente se queda sorprendida, porque lo que cuento no concuerda para nada con el estereotipo que se ha hecho de mi abuelo.

-Pero usted también ha sido crítico con Franco.

-La inmadurez de la juventud te lleva a ser revolucionario y a cuestionarte el orden establecido. Pero el tiempo te va enseñando y aunque uno no puede quedarse parado, no se puede hacer todo a la vez. Pero sigo siendo una persona crítica, no conformista.

-¿Qué opina de los enfrentamientos que todavía surgen alrededor de la figura de su abuelo?

-Algo dramático. Es una de las asignaturas pendientes de España. A mi abuelo se le reconocen muchos más méritos en el extranjero. Aquí han ido a derribar su obra y su figura y eso debería pertenecer ya al pasado. La gente no tiene que defender ni atacar a mi abuelo, sino dejarlo como lo que fue y analizarlo con una perspectiva histórica, pero todavía se le juzga con apasionamiento, lo cual es absolutamente desquiciante. Y no es sano para la sociedad democrática que pretendemos ser.

-¿Su vida habría sido más fácil apellidándose Martínez-Bordiú?

-El apellido Franco tiene una gran carga que hace que la gente tenga prejuicios sobre ti, pero la vida es una lucha constante en superarse a sí mismo.