-A raíz de accidentes como el del Erika o el Prestige, las autoridades europeas reaccionaron adoptando importantes paquetes de medidas para mejorar la seguridad marítima. ¿Se han notado sus efectos en estos nueve años?

-Sin duda. La seguridad marítima ha mejorado y mucho. El Erika y el Prestige marcaron un antes y un después y el transporte de hidrocarburos hoy es mucho más seguro de lo que era hace años. El problema es que la sociedad ha cambiado y lo que antes era tolerable hoy ya no lo es porque el medio ambiente tiene un valor entre la población muy superior. El efecto de todo esto es que va a haber menos derrames pero seguirán ocurriendo. Necesitamos el petróleo, por tanto de vez en cuando habrá accidentes. Serán menos pero causarán más daños que los anteriores desde el punto de vista económico porque la sociedad es hoy por hoy mucho más exigente.

-Hay expertos que estiman que este tipo de catástrofes se repiten cíclicamente. Según esas teorías, Galicia estaría a punto de sufrir otro accidente similar...

-Hay muchas teorías, como que si cada diez u once años hay un derrame importante en Europa. La verdad es que nadie tiene la bola de cristal pero todos somos conscientes de que habrá un próximo accidente, por pura lógica. Hay tres puntos negros en el mundo: la zona europea del Atlántico, en la que entra Galicia; la zona de Asia, Japón y Corea; y Singapur, el estrecho de Malaca. Son lugares donde hay tal tráfico de hidrocarburos que ante una tormenta importante, un tifón o algún error humano se pueden producir accidentes y colisiones.

-¿Por qué no parece haber la misma sensibilidad ni se adoptan medidas similares para atajar otras vías de contaminación, como los sentinazos, los deslastres o los vertidos industriales?

-Eso se sale un poco de mi competencia. Es algo que le corresponde a las autoridades de cada país costero controlarlo. Me imagino que la tónica que marcó el Prestige se aplica tanto a los vertidos industriales como a la limpieza de sentinas. Todo eso se persigue y me parece lógico porque el impacto al medio ambiente es el mismo que el del accidente de un petrolero.

-¿El Fidac no actúa entonces ante los daños por sentinazos, vertidos y demás?

-El Fidac interviene para indemnizar todos los daños causados por derrames de hidrocarburos procedentes de buque tanque. Sea un accidente o una negligencia, lo único que cuenta es que físicamente el hidrocarburo pase del buque al agua. Pero solo si el sentinazo procediese de un petrolero intervendría, algo que creo que es muy inusual que ocurra porque está supercontrolado.

-En el caso del Prestige sí que intervino, pero solo disponía de 171 millones. ¿Faltó previsión?

-En el Prestige tuvimos que afrontar un problema fundamental: no teníamos dinero para pagar todos los daños. El sistema no funcionaba y no funcionaba porque los Estados no lo habían dotado de los fondos necesarios para poder indemnizar un derrame tan importante como éste. Esto ha ocurrido muchas veces, de hecho, el sistema internacional nació de un siniestro en el cual no había ningún tipo de protección. Poco a poco se va mejorando pero siempre como reacción a algún derrame.La comunidad internacional reacciona ante los siniestros.

-Si los dos frentes judiciales abiertos en A Coruña y Nueva York no hallan responsables solventes que asuman el pago del resto de los daños, la factura del Prestige acabaremos pagándola todos los españoles...

-Sin duda. Al final es siempre el contribuyente el que lo paga todo. Pero tiene una razón de ser, el transporte de hidrocarburos existe porque hay gente que quiere tener su coche, calefacción en invierno, electricidad... Y todo eso se hace con petróleo. Son consecuencias del nivel de vida que tenemos.

-Para evitar esa paradoja, tras el Prestige se creó un fondo complementario en el Fidac de mil millones. ¿No es una forma de asumir que los auténticos responsables de los vertidos nunca pagan?

-No creo que todo esto sea una respuesta a un entramado oscuro. En absoluto. El concepto es que hay que mejorar la seguridad marítima y se está haciendo. Existe un riesgo de que haya más accidentes, entonces hay que tomar medidas para que, si se produce un derrame, las víctimas sean protegidas y haya dinero para pagar todos los daños. Esto no es un problema de proteger a unos o a otros, es asegurarse de que el medio ambiente está protegido.

-¿Pero cree que se actúa con la suficiente contundencia contra algunos armadores y dudosos entramados empresariales como el que se escondía tras el Prestige?

-Yo creo que sin duda el efecto del Erika y el Prestige fue poner unas normas muy estrictas a los armadores y asegurarse de que la seguridad marítima mejorase muchísimo. Y yo no tengo la menor duda de que el número de siniestros va a seguir bajando y los barcos en malas condiciones van a disminuir. Pero de ahí a decir que todos los buques que salgan a navegar van a ser perfectos y que no va a haber accidentes hay un trecho muy importante porque eso nunca va a ocurrir.

-¿El Prestige ha sido el accidente marítimo con hidrocarburos más costoso de la historia?

-No, en España parece que lo es pero no. Hay otros siniestros que han sido todavía más caros. El accidente del Najodka, por ejemplo, un barco ruso que se hundió en Japón, u otro barco que causó un derrame muy importante en 2007 en Corea del Sur, el Hebei Spirit, que causó daños muy superiores a los del Prestige. La prensa se concentra en los siniestros que afectan a la zona en la que uno vive. El Prestige y en el Erika porque uno vive en Europa pero el Hebei Spirit y el Najodka son muy importantes en Asia.

-Pero en Europa y en el Atlántico sí sería el más caro...

-Sí, y también el Erika. El Prestige puede decirse que fue la mayor catástrofe ecológica marítima en Europa, pero no en todo el mundo.