La dependencia económica de los ayuntamientos del resto de administraciones (autonómica y estatal) explica por qué tras el estallido de la crisis también fueron los primeros en resentirse. Concellos y diputaciones recaudaron el año pasado vía impuestos directos e indirectos 785 millones de euros, pero esta cantidad representa tan solo el 70% de los ingresos que obtuvo del resto de administraciones. Y todo ello a pesar de que debido a su propia merma de recursos, Xunta y Gobierno redujeron en 2010 su aportación a las entidades locales a 1.121 millones, es decir, 100 menos que en el ejercicio 2008.

Sin embargo, y en contra de lo que pudiera parecer, no todas las vías de financiación municipal experimentaron una caída desde el inicio de la crisis. De hecho, los impuestos directos (un capítulo que incluye algunas de las tasas municipales de más peso, como el rodaje de vehículos, el Impuesto de Actividades Económicas o el de Bienes Inmuebles) pasaron de recaudar 622 millones a 707 en ese mismo periodo, es decir, un 13,6% más.

En cambio, los indirectos, que abarcan el IVA o los impuestos especiales, sí experimentaron una caída, atribuible en este caso de forma directa a la crisis del ladrillo. Y es que bajo este epígrafe también está incluido el ICIO (Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras), que pasó de aportar más de 81 millones de euros a las arcas municipales en 2008 a convertirse en una tasa casi testimonial.