Resulta chocante y bastante desconocido que el letrado gallego Gonzalo Rodríguez Mourullo (Teo, 1935), uno de los abogados que han conseguido sentar en el banquillo al célebre magistrado Baltasar Garzón, el juez de referencia para el movimiento a favor de recuperar la memoria histórica y cuya posible condena supondría el fin de su espectacular carrera judicial, encarnó en los años setenta la gran esperanza fallida del galleguismo histórico dirigido por Ramón Piñeiro y Domingo García-Sabell.

En aquellos años se decía en los círculos galleguistas que Rodríguez Mourullo, un nombre de culto en la literatura por haber publicado con apenas 17 años una de las primeras novelas en gallego después de la Guerra Civil -Memoria de Tains, 1956-, había sido elegido por el sanedrín de Galaxia como un segundo Castelao, papel que, tras su inesperada renuncia y alejamiento del universo nacionalista, fue traspasado a su amigo Xosé Manuel Beiras. "En mi generación había personas más señaladas que yo para ser algo por lo que se pudiera apostar en el mundo del galleguismo", recordaba el propio Beiras hace algunos años a este cronista. "Gonzalo Mourullo, por ejemplo. Él era la verdadera figura, mientras que yo yo era mucho más un segundón".

Pero el joven Mourullo, amigo e ídolo del joven Beiras, que con solo 17 años deslumbró al panorama literario como Memoria de Tains, prefirió finalmente hacer carrera como abogado en Madrid y dirige actualemente uno de los bufetes más influyentes de la capital, por el que han pasado algunos de los casos más importantes y también más polémicos del país, como es ahora el Gürtel.

Beiras, que nunca perdonó la traición y el egoísmo de su amigo, sucedió a Mourullo en ese empeño del llamado Clan de Galaxia por formar a un Castelao redivivo. Con apoyo del clan, completó una exquisita formación académica en Europa y poco años más tarde estrecharía su relación con el grupo al convertirse en yerno de García-Sabell y vecino de escalera de Ramón Piñeiro. La operación volverá sin embargo a fracasar como en el caso de Gonzalo Mourullo cuando la conversión de Beiras al marxismo le aleja del influyente círculo galleguista.

Gonzalo Rodríguez Mourullo estudió Derecho en la Universidad de Santiago en los 50 del pasado siglo, pero siendo apenas un adolescente se erigió en el icono de la literatura en gallego. Tras ganar en 1954 el primer premio de cuentos del Centro Galego de Buenos Aires, publica Nasce unha árbore y en 1956, la novela Memoria de Tains. Ambas obras sentaron las bases de una profunda renovación en la literatura gallega que dio origen a la llamada nueva narrativa gallega, cuya parrilla de salida comparte con Manuel María o Méndez Ferrín, el actual presidente de la Real Academia Galega, que publicó Perceval e outras historias en 1958. Mourullo formará parte a mediados de los 50 en Santiago de uno de los grupos más influyentes de la cultura gallega del siglo XX con Ferrín, Franco Grande, Lorenzo y Ramón Lugrís, como reflejó el académico Darío Xohan Cabana en su discurso de ingreso en la RAG en 2006.

Sin embargo, esa prometedora carrera que le sitúa como el personaje más relevante de un galleguismo ilustrado que comienza a recuperarse penosamente tras los años más duros del franquismo, es abandonada abruptamente por Mourullo, que jamás ha explicado el porqué de su repentina y total separación del universo galleguista.

El letrado coruñés emprende entonces en Madrid una de las carrera más brillantes en el derecho penal español, que le llevará a ocupar cátedras en las universidades de Santiago, Oviedo y la Autónoma de Madrid a partir de 1970.

Gonzalo Mourullo tuvo un papel destacado en la elaboración del Código Penal de 1995, como relator general del proyecto de 1980, y fue el abogado defensor del banquero Emilio Botín en el juicio que lo juzgaba por jubilaciones millonarias en el cual fue absuelto.

La polémica ha acompañado a muchas de las sonadas actuaciones de Mourullo en los juzgados, como fue la defensa de Carlos Goyanes en el juicio a los narcotraficantes implicados en la operación Nécora en 1990, que fue precisamente instruido por el juez Garzón. Ahora, se ha invertido la situación. Es Garzón el que se sienta en el banquillo y Gonzalo Mourullo, como defensor del político gallego Pablo Crespo, ex secretario de Organización del PP gallego e implicado en la trama de corrupción Gürtel, quien le pide quince años de inhabilitación judicial por la supuesta ilegalidad de las escuchas telefónicas ordenadas por Garzón a los abogados de Crespo y el cabecilla de Gürtel, Correa.

Entre los acusadores de Garzón hay un importante protagonismo gallego, ya que el juez instructor del juicio por las escuchas, visto para sentencia desde el pasado viernes, es el compostelano Alberto Jorge Barreiro, el último magistrado en acceder a la Sala de lo Penal del Supremo, quien coincidió con Mourullo en el departamento de Derecho Penal de la Autónoma.