Ocho hombres y una mujer, hace esta semana 75 años, prefirieron entregarse a la muerte antes que a sus enemigos en el muelle del Berbés, en Vigo. Eran galeguistas, socialistas, comunistas y anarquistas, que se disponían a emprender el camino hacia su libertad escondidos en la bodega de un pequeño carguero conocido como Bou Eva. Nunca llegaron a partir. Tras ser descubiertos, protagonizaron el suicidio colectivo más grande acontecido durante la Guerra Civil, de los que se tiene conocimiento. Era el 23 de abril de 1937.

Fue uno de los marineros de la embarcación el que, poco antes de partir hacia Francia, descubrió a los polizones. Salió gritando: "El barco está lleno de rojos", recuerda la hija de dos de las víctimas, Concha Nogueira. Los falangistas asaltaron la embarcación y la acercaron a un aljibe del puerto para hacerlos salir inundando la estancia en la que se encontraban. Primero echaron agua fría y, más tarde, caliente. Pero los tripulantes clandestinos no salieron. Ante la perspectiva de ser víctimas de torturas, decidieron poner fin a su vida de forma colectiva.

El encargado de empuñar la pistola fue el vigués Anxo Nogueira Nogueira, gerente de una fábrica de conservas y miembro de las juventudes comunistas, que se mató tras disparar a los otros siete hombres y a su propia mujer, Carmen Miguel Agra, la más joven del grupo con 24 años. Este extremo se conoció al encontrar los cuerpos. "Nueve estaban heridos en la sien izquierda. Uno, el que debió matar a los otros por acuerdo de todos, se suicidó y tenía la herida en la sien derecha", relataba meses más tarde Rafael Dieste en Nova Galiza bajo el pseudónimo de Féliz Muriel. "Mi padre nunca había cogido un arma", destaca Concha Nogueira, que imagina con tristeza el momento y el valor que tuvo que reunir su progenitor.

Ella tenía cuatro años y, con su hermana, se quedó con sus abuelos cuando sus padres decidieron huir. A pesar de su edad, recuerda perfectamente el día: "Ella lloraba mucho y nos tenía en el colo, pero no quería decirnos por qué estaba así". Al poco se enteraron de lo sucedido. "Enseguida se corrió la voz por todo el barrio y nos llamaban As nenas do Bou", rememora. Su padre había estado escondido un año en la casa de una vecina, en la calle Real, a donde Concha llevaba comida de parte de su abuela sin saber que en ella se recluía Anxo. Su madre se había unido a una asociación de mujeres antifascistas. Hoy, una calle perpendicular a la Travesía de Vigo lleva su nombre con la descripción "represaliada". Los falangistas también dieron con el marinero que actuó como cómplice para que los fugitivos pudieran acceder a la embarcación. "Lo mataron en la zona de la ETEA", asegura Concha.

Luis Álvarez González, obrero del naval de 30 años; Camilo Campos Méndez, barbero de 33; Manuel Martínez, marinero de 44; los hermanos José y Fernando Rodríguez Lorenzo, albañiles de 30 y 37 años; y los primos José Losada y Manuel Rodríguez, maestros de 45 y 31 años, completan el listado de las víctimas. Estos dos últimos eran primos carnales de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao. Su familia, de Rianxo, no se enteró de su defunción hasta casi un año después, cuando los intelectuales gallegos en el exilio tuvieron noticia de la tragedia. "Esa fraternidad en el límite decisivo, ese acuerdo perfecto, esa inmensa seriedad de vuestro espíritu en ese momento, hace para siempre ejemplar vuestra muerte", les dedicaba Rafael Dieste a todos ellos cuando conoció la noticia.

Una persona sí logró escapar del trágico destino. Diversos imprevistos impidieron al secretario general del Partido Galeguista en Ferrol llegar al barco Eva ese día, cuenta Rafael Balado, miembro de la Asociación Cultural Bou Eva. Este colectivo, que nació hace año y medio, trata de recuperar la memoria de este hecho, silenciado por la dictadura y olvidado por la Transición.

Además de la información que Rafael Dieste publicó en 1937 en Nova Galiza al enterarse del suceso y de los testimonios de Concha Nogueira, hija de dos de las víctimas, pocas referencias más se disponen del suceso. La Asociación Cultural Bou Eva, que nació hace un año y medio, trata de recabar más datos. Entre ellos, imágenes del pequeño carguero en el fondo Pacheco.

El primero que volvió a hacer mención de esta tragedia fue el escritor holandés Marc Woutes en el documentado ensayo 1936. Los primeros días, en el que recoge la historia oral de aquellos tiempos a través de los testimonios de los supervivientes.

Más tarde, también aparece un relato en el libro de Dionisio Pereira Loita de clases e represión franquista no mar y el poeta Anxo Angueira le dedica un poema, poniéndose en la piel de Concha Nogueira.

La hija de Anxo Nogueira y Carmen Miguel participó, además, en el documental Flores tristes, de Manuel Abad Abad sobre la represión franquista en la comunidad gallega.

Pasado

"Hay interés por dar a conocer la historia, pero siempre desde la iniciativa privada y nunca desde la pública", lamentan en la Asociación Cultural Bou Eva.

Cuando el colectivo nació, hace año y medio, consideraron que los ocho hombres y la mujer que perecieron por sus ideales en la embarcación atracada en el muelle de Berbés merecían un mayor reconocimiento por parte de la sociedad. La mejor manera que se les ocurrió fue llevar su nombre. El lunes pasado, en la plaza del Berbés, logró reunir a un centenar de personas para conmemorar con un recital poético los 75 años que han transcurrido desde que se produjo el suicidio colectivo más grande de los que se tiene constancia durante la Guerra Civil.