Aunque su gran aval político son sus 21 años en la Alcaldia de Boqueixón y las cinco mayorías absolutas que le convirtieron en uno de los regidores más longevos de la provincia, Adolfo Gacio (Boqueixón, 1954) es sobre todo un hombre de partido. Su estrecha y conocida relación con José Manuel Romay Becaría, del que fue asesor durante su etapa como conselleiro y al que apoyó de forma incondicional en sus pulsos internos con José Cuiña, le valió para ganarse un papel relevante en el PP de A Coruña. Durante años Gacio fue un nombre muy conocido y con peso en el partido pero, sobre todo, en la provincia, donde siempre se mantuvo a la sombra de Romay y del que a cambio recibió un apoyo incondicional.

Su apoyo le valió el acceso a la vicepresidencia ejecutiva de la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp) entre 1999 y 2003, secretario adjunto del PP coruñés y también fue portavoz de la Diputación coruñesa la legislatura 2009-2011. Y aunque nunca llegó a ostentar un cargo de primera línea, estuvo cerca en 2008. Cuando crecían las voces críticas con Juan Juncal, por entonces presidente provincial del PP coruñés, el nombre de Gancio sonó con fuerza para asumir las riendas del partido, avalado por alcaldes y cargos de la provincia críticos con la gestión de Juncal. Pero la postulación de Carlos Negreira para el puesto, con el aval del propio Romay, dio al traste con sus aspiraciones y él mismo renunció a presentar candidatura al congreso de 2009 que proclamó a Negreira presidente del partido en la provincia.

Sin más cargos desde 2011 que el de alcalde, Adolfo Gancio se disponía también a abandonar su carrera municipalista, que inició en 1983 cuando entró como edil en Boqueixón y a la que ya había amagado con poner fin en las últimas elecciones. En julio solicitó un puesto en la embajada española en Venezuela y esta semana se daba por hecho que su salida era inminente, solo a la espera de confirmación. La operación Pokémon podría truncar su salto a la vida diplomática.