13 de noviembre de 2002. El Prestige, un petrolero con bandera de Bahamas construido en 1976 más largo que dos campos de fútbol y cargado con 77.000 toneladas de fuel, está en apuros. Se encuentra a 28 millas de Fisterra en medio de un fuerte temporal. Un gran estruendo, como si se tratase de una explosión, hace presagiar lo peor a la tripulación del buque que hacía ocho días había partido del puerto de Venspils (Letonia) rumbo a Gibraltar y hacía tan solo seis meses la clasificadora ABS había certificado que era apto para navegar.

Eran las 15.10 horas. El Prestige empezó a escorarse por una vía de agua. El capitán del petrolero, Apostolos Mangouras, un viejo lobo de mar con 67 años y más de 44 de navegación, llamó a su segundo oficial, Benjamín Castro, un marino filipino de 48. Saltaron las alarmas del barco. La tripulación -24 marineros filipinos, dos griegos y un rumano- se reunieron en cubierta a las órdenes del oficial.

Mangouras lanzó un entrecortado mayday al Centro de Salvamento de Fisterra. A las 15.20, la escora superaba los 25 grados. Las olas alcanzaban los de ocho metros, llovía con fuerza y el viento racheaba del oeste.

A las 15.22, el dispositivo de auxilio emitió un código rojo al helicóptero Helimer Galicia, de la Xunta. Con el Plan Nacional de Contingencia activado, se movilizaron hasta tres helicópteros, cinco remolcadores y al mismo tiempo se lanzó una llamada de alerta a todos los buques que se encontraban en la zona. Unos minutos después, una segunda comunicación desde el petrolero avisaba ya de una gran escora y de la posibilidad inmediata de volcar.

Dos helicópteros - el Pesca I y el Helimer Galicia- acudieron a las proximidades del petrolero, pero solo para evacuar a 24 de los 27 tripulantes. Mangouras y los dos miembros de su tripulación imputados, el primer oficial y el jefe de máquinas, se resisten a abandonar el Prestige.

Durante más de tres horas, desde el Centro de Fisterra se ordenó al capitán que dispusiese todo para el remolque, pero Mangouras se negó amparándose en que dependía de las órdenes de su armador. Eso fue en un primer momento. Después adujo que necesitaba más gente en el barco porque los tripulantes rescatados no habían dejado tendido el remolque de emergencia pese a que las autoridades lo ordenaron antes de la llegada de los helicópteros. Nikoalos Argypoulos e Ireneo Maloto se negaron también a abandonar el petrolero aduciendo que las decisiones tenían que venir de los dueños de Prestige.

A las 21.02 horas, Mangouras aceptó el remolque, pero las maniobras fracasaban una y otra vez mientras seguía el vertido de fue. A las 13.40 horas del día siguiente, el Ría de Vigo y el Sertosa 32 lograron engancharse al barco.

Durante la travesía que en los dos días siguientes mantuvo el Prestige a 120 millas de la costa, el rumbo lo marcó Mangouras. Él fue el que ordenó, según el auto del juzgado número 1 de Corcubión, el cambio de rumbo al sur. La armadora tenía intención de llegar al puerto de Vigo, pero Fomento le negó el acceso al puerto. A las 18.02 horas del 15 noviembre se produjo la última evacuación del petrolero capitaneado por Mangouras: los cinco reembarcados, nueve técnicos de la empresa contratada para el rescate y los tres imputados.

El 19 de noviembre el Prestige se partió a la mitad a 250 kilómetros de Fisterra, después de una errática travesía, de complejas negociaciones para decidir el rumbo del petrolero y de una primera marea negra que llegó dos días antes a las playas de A Costa da Morte. A las ocho de la mañana, el mar devoró al monstruo que durante meses soltó parte del fuel con transportaba.

Nunca Máis

Para la Fiscalía, solo Mangouras es el culpable de la singladura errática del Prestige. Para los magistrados de la Audiencia de A Coruña que en octubre de 2009 elaboraron un auto en contra del fallo de la juez de Corbución, el entonces director de la Marina Mercante, José Luis López-Sors, ordenó un "rumbo suicida" para el petrolero. Con este dictamen, el tribunal coruñés concluyó que la decisión de alejar el barco de la costa cuando empezaba a perder fuel ni fue "razonable" ni "prudente".

Diez años después de la catástrofe ecológica, el movimiento Nunca Máis resurge con motivo de la celebración del juicio. La plataforma volverá a tomar las calles para exigir responsabilidades por la "errática e indigna actuación" del Gobierno central y la Xunta durante la crisis del Prestige. Hoy, con motivo del inicio del proceso judicial en A Coruña, Nunca Máis ha convocado una concentración para demostrar que la conciencia cívica que movilizó a miles de voluntarios en 2002 sigue activa.