Alejar el Prestige de la costa. Esa fue la primera consigna que el 13 de noviembre de 2002 ordenó el entonces director de la Marina Mercante, José Luis López-Sors, nada más ser informado de que un petrolero había sufrido una avería en medio de un fuerte temporal en el corredor de Fisterra y de que corría "serio peligro de hundimiento". Esa decisión la mantuvo durante toda la gestión de la crisis ya que -aseguró- fue respaldada por sus "asesores" y no había "alternativas" una vez descartada la posibilidad de trasladarlo al puerto de A Coruña.

Diez años después de la mayor marea negra en la historia de Europa, el ex alto cargo de Fomento, único cargo público imputado en la causa, defendió "el buen trabajo" de la autoridad marítima española y aseguró que volvería a tomar la misma decisión por entender que fue la "mejor" y la más "eficaz" para minimizar el alcance del vertido.

En su primera declaración en el juicio que se celebra en A Coruña, López-Sors, de 72 años, asumió en solitario la responsabilidad de alejar el buque de la costa, con lo que eximió así de toda culpa al responsable máximo de su departamento, el ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos. Además, achacó el "rumbo errático" del Prestige desde que fue evacuado el día 15 de noviembre hasta que se partió por la mitad el 19 a la empresa holandesa Smit Salvage BV que contrataron los armadores del buque para rescatar el petrolero, cargado con 77.000 toneladas de fuel.

"Yo adoptaba las decisiones, no necesitaban aprobación posterior", zanjó López-Sors a preguntas del letrado de Nunca Máis, Pedro Trepat, sobre si las órdenes que él daba eran "consultadas o ratificadas por sus superiores". Pero ahí no se quedó su intento de eximir de cualquier responsabilidad a Cascos en la gestión de la crisis. Incluso aseguró que las decisiones que en esos momentos "dictaba" las transmitía al subsecretario de Fomento, Adolfo Menéndez, y no al ministro, citado a declarar como testigo el próximo mes de enero.

¿Por qué ordenó López-Sors el alejamiento del buque? Preguntado de forma insistente por el letrado de Nunca Máis, finalmente el exdirector de la Marina Mercante confirmó lo dicho en su declaración en la fase de instrucción: "Esa decisión se adopta pensando en el peor de los escenarios y en evitar riesgos mayores", en alusión a un posible embarrancamiento.

Según expuso ayer, su objetivo fue "priorizar el rescate de la tripulación" y "anticipar" la respuesta de los equipos de salvamento para evitar que el buque encallase y provocase una marea negra.

Por primera vez, el exdirector de la Marina Mercante aseguró que el objetivo era alejar el buque "a 30 millas" con el propósito de que sobrepasase "el dispositivo de separación de tráfico". "Pero después no paró ni a las 30 ni a las 40", le espetó el abogado de Nunca Máis.

Del "rumbo errático" del barco que le imputan los magistrados de la Audiencia de A Coruña desde que fue evacuado el día 15 hasta que se partió en dos el 19, alegó que los cambios de recorrido desde que se produjo el rescate ya no eran responsabilidad de la Administración española: "No tuvimos nada que ver con el rumbo errático". Y atribuyó esta singladura a las sucesivas roturas de los remolques en un primer momento y a las "decisiones" posteriores de los salvadores de la empresa holandesa Smit Salvage BV. De acuerdo al convenio internacional de salvamento, una vez que los salvadores de Smit se hicieron cargo del petrolero, la Administración española -defendió- "se retiró". "No podíamos incidir en el rumbo, pero sí sugerir. Les insistimos en varias ocasiones en que se alejarán de la costa", aseguró.

Su papel como director de la Marina Mercante en cuanto al rumbo establecido una vez remolcado el Prestige se limitó, según aseguró ayer ante la incredulidad de los letrados de Nunca Máis, a "autorizar" esa trayectoria propuesta por los capitanes de los remolcadores.

Del rumbo 330 (noroeste) marcado durante el remolque el día 15 de noviembre, López-Sors atribuyó la decisión a los capitanes de los remolcadores, el Sertosa y el Ría de Vigo, ya que -argumentó- fueron los que comprobaron in situ "que era el único posible por el que conseguían mover el barco". "¿Considera correcto y lógico que el capitán de un remolcador intuitivamente coja un rumbo que él decide de manera autónoma?", le inquirió el abogado de Nunca Máis. "Sí, porque era el que estaba en ese momento allí", zanjó el acusado.

López-Sors negó haber recibido presiones de las autoridades francesas para que modificasen el rumbo, pero dejó la puerta abierta a que una fragata lusa obligase a cambiar la ruta del Prestige cuando se acercaba a sus costas. "No sé si fue una imposición de una corbeta portuguesa, pero sí se produjo ese cambio de trayectoria", reconoció.

Sobre el objetivo de salvar a los tripulantes, una conversación el día 13-N con el jefe del Centro Nacional de Salvamento, Pedro Sánchez, reproducida por el abogado de Nunca Máis lo pone en duda, ya que -según leyó ayer el letrado- López-Sors dice a Sánchez: "Es una putada que las personas hayan abandonado el barco; el helicóptero no tiene por qué empezar a recoger las balsas". A esta transcripción, el ex alto cargo de Fomento replicó al abogado: "Los que están en las barcas están salvados".

El impacto medioambiental del vertido, según sostuvo López-Sors, es menor si se produce en el océano que en la costa: "Todo lo que se recogiera en el mar, no llegaría a la costa". Con el buque alejado, explicó, el mar actuaría con el fuel como si "estuviese en una central química lavando ese producto". Y puestos a comparar, quiso poner de manifiesto que el daño del Prestige fue "inferior" al del Erika en Francia en 1999.