Nada nuevo: López-Sors continúa en su papel de único responsable de las decisiones adoptadas con el Prestige hasta que este quedó en manos de la empresa rescatadora. Contradictorio el exdirector general de la Marina Mercante en algunos de sus planteamientos. Puntilloso cuando el abogado de turno mencionó el buque Castor -la niña de los ojos de José Luis López-Sors- para decir que el mismo llevaba una carga de gasolina, puntualizando López-Sors que se trataba de queroseno.

De este modo magnificaba la decisión de alejar de la costa mediterránea aquel buque. Y puntilloso para significar que el Prestige no quedó herido de muerte por la colisión de un contenedor o un tronco, ni, menos todavía, por una ola gigante, cuestión esta que entendió como una disculpa porque nadie vio la tal ola. La avería fue debida a las deficiencias que arrastraba el barco y estas causaron la quiebra del casco y su definitivo hundimiento.

Sí admitió, sin embargo, algo que hasta ahora no se había declarado oficialmente: el sanedrín que se reunía en la delegación del Gobierno consideró la posibilidad de "meter" el Prestige en el puerto de A Coruña para su descarga y posterior traslado al de Ferrol donde procedería a reparación. Pero Lóperz-Sors entendió que "no era útil poner en riesgo A Coruña", por lo que el haber contaminado todo el litoral atlántico y el cantábrico español y parte del litoral atlántico francés debe entenderse como un mal menor.

Dubitativo, olvidadizo, no tuvo reparo alguno en destacar que "la Administración española hizo un buen trabajo" (con el Prestige). No tuvo dudas tampoco cuando afirmó que, gracias a lo realizado, "la política española es alejar el barco de la costa" en situaciones de emergencia. Y una de Perogrullo: "Sabíamos que todo lo que se recoge en el mar no llegará a la costa". Ni los huevos fritos van a volver a la gallina.

Bien por el exdirector general de la Marina Mercante, que se enteró por los medios de comunicación de algunas de las cuestiones que fueron polémicas. Un recurso fácil para justificar los desvelos.

Ah, sí: nadie propuso llevar el Prestige a la ría de Corcubión. Todo ello a pesar de que esta ría es una de las preferidas, junto con la de Ares, para el fondeo de buques en peligro. Lo que se puede denominar lugar de refugio.

Glorioso fue el momento en el que uno de los abogados de Nunca Máis citó la declaración del inspector Balbás y se interesó por el grado de fluidez y conocimiento del inglés por Serafín Díaz, el inspector de la Capitanía Marítima de A Coruña que descendió de un helicóptero a la cubierta del Prestige. La respuesta de López-Sors, presumiblemente incómodo, no fue otra que "Serafín no habla fluidamente el inglés, pero Balbás no habla griego". Salida elegante. Aunque lo citó en varias ocasiones, Manuel Nogueira, miembro del Cecop, gabinete de crisis, comité técnico asesor, organismo rector, marino mercante y subdirector general de Tráfico Marítimo, no tomó decisiones. (Por eso, añade el arriba firmante, siendo uno de los máximos responsables de las decisiones adoptadas recibió como premio un alto cargo de representación en la OMI, como también se le concedió al capitán marítimo de A Coruña la presidencia del Puerto de Ferrol, amén de a Serafín Díaz la Capitanía Marítima de A Coruña).

A López-Sors le interesaba, dijo, defender las costas gallegas. Y en esta defensa -que no logró- llevó el chapapote a toda la cornisa cantábrica hasta la Bretaña francesa. Eso sí: las 120 millas de distancia a la costa del Prestige no fue un número cabalístico, sino que se trataba de evitar riesgos a los rescatadores que, durante cuatro días, pasearon el Prestige de sur a norte y de norte a sur tratando de que, en cada "pasada" se alejara más la oeste, siempre al oeste.

José María Aznar, Francisco Álvarez-Cascos, Mariano Rajoy Brey, Arsenio Fernández de Mesa, etc., no tienen nada que ver con las decisiones que, en aquellos días, tomó José Luis López-Sors tras consultar con los posos que el café dejaba en la cafetera. La culpa de todo es de Mangouras y "su" ola gigante.

El Prestige, en su rumbo 330º, nos ha señalado en una historia de la navegación que José Luis López-Sors, por lo que sea, no quiere contarnos.