Diez años después de la catástrofe del Prestige, el comandante de uno de los helicópteros que participó en el rescate de la tripulación del barco narró ayer, durante una nueva jornada del juicio que se está celebrando en Expocoruña, una conversación que mantuvo con los marineros filipinos en la que aseguraron que el petrolero tenía una vía de agua desde hacía "unos cuatro días" y se quejaron de que el capitán del barco, Apostolos Mangouras, no hubiese tomado ninguna medida.

Esta revelación del comandante de helicóptero del Helimer Galicia Francisco Muñoz Corrales, que no aparece en ningún informe y que no se había hecho pública hasta ahora, pone en duda la actuación del capitán del Prestige, quien lanzó la señal de socorro por una vía de agua a las 15.15 horas del 13 de noviembre de 2002.

Según la declaración de Muñoz Corrales, varios tripulantes del petrolero se quejaron tras ser rescatados por el servicio de salvamento de que llevaban "cuatro días" con "problemas" por una "vía de agua" antes del accidente.

El comandante aludió a una conversación, mantenida en el hangar con alguno de los 17 tripulantes filipinos rescatados, en la que se mostraron "bastante enfadados" con el capitán porque llevaban "cuatro días" con "problemas serios".

"Dijeron vía de agua", afirmó Muñoz Corrales al ser interrogado por el abogado de la armadora sobre los "problemas" que sufría el petrolero. "Estaban enfadados con el capitán, decían que tenía que haber tomado una medida", reiteró.

El juicio, que comenzó en A Coruña el pasado 16 de octubre y se prolongará hasta la próxima primavera, continuó ayer con la declaración como testigos de los comandantes de los helicópteros de salvamento y los capitanes de los remolcadores que participaron en el rescate del petrolero.

Durante las horas posteriores al siniestro del barco, los helicópteros Pesca I y Pesca II se encargaron de la evacuación de los tripulantes del Prestige, así como de vigilar la aparición de manchas en alta mar. Los responsables de los medios marítimos y aéreos que participaron en el rescate coincidieron en señalar la existencia de una mancha "densa" con una extensión de unas cinco millas y una anchura de 300 metros que presumiblemente se dirigiría a tierra. Su seguimiento, ratificaron, era visual.

"Tarde o temprano (las manchas) irían a tierra", afirmó Jesus Calvo Figueroa, patrón del Sertosa 32, el primer remolcador que consiguió ayudar al Prestige. "Es lógico que fueran hacia tierra", corroboró el comandante del Helimer Galicia, Evaristo Álvarez.

Estas afirmaciones contradicen la versión del exdirector general de la Marina Mercante José Luis López Sors, quien defendió la decisión de alejar el buque de la costa para evitar la contaminación. "Sabíamos que el mar iba a actuar como una central química e iba a ir lavando ese fuel", aseguró López Sors durante su declaración en el juicio.

Todos los comandantes de los helicópteros y los capitanes de los remolcadores confirmaron que el Prestige vertía desde su llegada. "Estaba impregnado todo de fuel", indicó el capitán del Charuca Silveira que calificó de "uniforme" la contaminación. El capitán del Alonso de Chaves definió el vertido como "un hilero que salía del costado".

En cuanto al rumbo fijado al barco, el entonces responsable del Alonso de Chaves aseguró que la orden que les llegó del Centro de Salvamento Marítimo de Fisterra era "tirar hacia el suroeste", pero matizó que sin "un destino".

El capitán del petrolero está acusado de no haber colaborado para hacer firme el remolque del petrolero pese a recibir la orden por parte de el centro de Salvamento de Fisterra.

"Ni obedecieron, ni colaboraron en el remolque. Estaban esperando la autorización de la armadora", afirmó el comandante del helicóptero Pesca 2, Francisco Guerrero, cuya orden era evacuar a los tres mandos que quedaban en el buque, el capitán, el oficial y el jefe de máquinas que se negaron a abandonar el buque.

Sobre el estado del barco, el comandante del helicóptero que rescató a la tripulación filipina, Francisco Muñoz Corrales, confirmó, al igual que otro piloto, que vio "una grieta o agujero", pero justificó que no hubiese trasladado este dato al Centro de Salvamento Marítimo de Fisterra. "Nos dedicamos a la gente, no a la mancha", apostilló.

Angel Rielo, el entonces capitán del remolcador Charuca Silveira, que participó en las labores de remolque desde el día 14 hasta que se hundió el barco, el día 19, reconoció que pensó que el barco "podía partirse" debido a las condiciones meteorológicas "adversas", que el entonces comandante del helicóptero Pesca 1, Carlos Risco, llegó a calificar de "duras" y "horribles".

El capitán del Sertosa y del Alonso de Chaves afirmaron, por su parte, a preguntas de un letrado, que, cada día que pasaba, el riesgo de que el buque se partiera era "mayor".

En cuanto a las condiciones meteorológicas, el comandante del Helimer Galicia, aseguró, al igual que otros testigos, que había "una situación dura, con mar gruesa" durante las operaciones de rescate, aunque calificó dentro "de lo normal" el riesgo existente. Los tres acusados en este juicio son López Sors, Mangouras y el jefe de máquinas del petrolero, Nikolaos Argyropoulos, estos dos últimos de nacionalidad griega, para los que se piden penas de prisión que oscilan entre los 5 y los 12 años. El Ministerio Fiscal reclama por la marea negra provocada por el hundimiento del Prestige indemnizaciones por daños que suman 4.442 millones de euros.