El portaaviones Príncipe de Asturias inició ayer su última travesía desde la base naval de Rota (Cádiz) hacia el puerto de Ferrol para su desmantelamiento final después de un cuarto de siglo de actividad. El buque insignia de la Armada regresa al lugar del que partió en 22 de mayo de 1982. El príncipe Felipe presidió ayer la despedida en el muelle gaditano en una ceremonia en la que además de una salida al mar por las aguas de la bahía de Cádiz antes de poner rumbo a Galicia hizo una parada naval con la participación de tres fragatas -Victoria, Reina Sofía y Santa María- junto con el buque de proyección estratégica Juan Carlos I.

Este último sustituirá al hasta ahora buque insignia de la Armada y que en este acto le rindió honores navegando ambos en paralelo con la marinería en cubierta. La jornada terminó con una exhibición aérea protagonizada por varios Harrier que han aterrizado y despegado varias veces de la cubierta, un espectáculo que hasta el príncipe Felipe grabó con su móvil. El heredero a la Corona se refirió a la puesta en servicio del portaaviones en 1988 como "un hito en la historia moderna de la Armada española".

Recordó además "con cariño" su primera travesía a bordo del Príncipe de Asturias en 1989, con 31 años, cuando ocupaba el cargo de alférez de fragata. Don Felipe destacó que la botadura de este barco "puso de largo" a España en construcción naval militar logrando "un prestigio y un éxito en el mercado mundial que hoy continúa dando sus frutos".

La crisis ha obligado al buque a una retirada anticipada porque los recortes en la Armada no permiten continuar con su mantenimiento, ya que su puesta a punto supondría una inversión de 100 millones de euros. En su traslado a Ferrol para su desmantelamiento final, el portaaviones llegará sin repuestos y pertrechos que no son indispensables para la seguridad y el tránsito de Rota a Ferrol, la munición, el combustible no necesario para la navegación, el material patrimonial aparte del Arma Aérea o las embarcaciones menores.

Después del desembarco de estos elementos durante la primera fase del plan de desactivación en la localidad de Rota, en la segunda etapa, ya en Ferrol, cesará la actividad operativa y una dotación reducida se encargará de seleccionar los equipos "útiles" cuya distribución en la cadena logística comenzará a finales de junio. Todo parece indicar que en la subasta pública no habrá comprador y el final del barco será el desguace para la venta del metal.

En su último viaje al arsenal ferrolano el buque recorrerá 700 millas -unos 1.300 kilómetros- que hará en 44 horas con una dotación de unas 220 personas. La travesía se sumará a las más de 400.000 millas náuticas que ha recorrido en sus 25 años en activo, lo que supone una veintena de vueltas al mundo, según explican fuentes de la Armada.

Con esta despedida, la Armada española dice adiós a su único portaaviones, un buque emblemático con el que España consiguió entrar en el selecto grupo de marinas de guerra con portaaviones. Entre las misiones en las que ha participado durante sus más de dos décadas de vida destaca una en aguas del Mediterráneo en el contexto de la primera guerra del Golfo y otra en el mar Adriático durante el conflicto con la antigua Yugoslavia.

El Príncipe de Asturias tiene la altura de un edificio de doce pisos y una eslora de 195 metros para 596 tripulantes. La superficie de su cubierta es de unos 5.000 metros cuadrados entre los que se distribuyen un aeropuerto, 650 habitaciones, hospital, planta desaladora, talleres, gimnasio y capilla. Su tripulación la componen 596 personas de las cuales, 74 son mujeres. Esta cifra puede alcanzar los 800 efectivos en operaciones en las que embarca la Unidad Aérea y el Estado Mayor.

En sus años de servicio el buque ha mantenido una estrecha vinculación con la comunidad gallega. Además de su relación con Ferrol visitó en varias ocasiones los puertos de A Coruña y Vigo. En la ciudad coruñesa estuvo varios días en mayo de 2010, donde quienes lo desearon pudieron subir a bordo para conocerlo por dentro, mientras que los aficionados al mundo de la vela recuerdan su estancia en la ría de Vigo con ocasión de la salida de la Volvo Ocean Race, el 12 de noviembre de 2005.