El maquinista del tren accidentado el pasado día 24 en Santiago, Francisco José Garzón, identificó ayer al interventor que viajaba en el Alvia descarrilado como la persona que le llamó por teléfono instantes antes de producirse el vuelco. El análisis de la caja negra del convoy reveló la existencia de una conversación telefónica y aunque se sabía que era de un trabajador de Renfe, no estaba identificado. La Policía ya tenía sus sospechas sobre el autor, pero fue el propio maquinista quien ayer, acompañado por su abogada -que es también de una aseguradora de Renfe-, se presentó voluntariamente en el juzgado para identificar al interventor del mismo tren accidentado, Antonio Martín Marugán, como la persona que le realizó la llamada por el teléfono corporativo de empresa. En su primera declaración judicial el pasado domingo -antes de analizar la caja negra-, Garzón dijo no acordarse de mantener conversación alguna por teléfono. Y a la Policía, Marugán ocultó que había llamado al maquinista.

Según adelantó El País en su edición digital, el interventor reconoció ayer que hizo esa llamada, justo antes del accidente, para indicarle que, cuando llegara a Pontedeume (A Coruña), entrara por la vía dos, la más próxima a la estación, con el objeto de facilitar la salida de una familia con hijos. Marugán negó tajante en un primer momento que él llamara por teléfono al maquinista, pero tras conocer que Garzón lo había identificado en el juzgado, rectificó y lo admitió.

No obstante, esta confesión plantea algunas incógnitas. Una es, según maquinistas que realizan la misma ruta que el Alvia siniestrado hace una semana, que el conductor no elige la vía de entrada en una estación. Eso lo decide la propia dirección de la estación o, en su defecto, el centro de control. Y otra es por qué el interventor usó el teléfono corporativo para hacer esta petición sin transcendencia cuando la comunicación por el teléfono corporativo está limitado a situaciones de emergencia.

Otro elemento de difícil comprensión es por qué ambos, maquinista e interventor, ocultaron la existencia de la conversación, que solo se descubrió tras analizar el contenido de la caja negra del tren, donde se gravan los parámetros de circulación del convoy y las conversaciones durante la última media hora. El Sindicato de Maquinistas (Semaf) considera incompresible que no recocieran la existencia de esta llamada desde el primer momento, sobre todo sabiendo que iba a quedar registrada en la caja negra, si bien entiende que una llamada del interventor puede ser "motivo" para coger el teléfono, ya que puede informar de alguna incidencia.

En su declaración para el atestado policial, Marugán ocultó esa llamada. Contó a los agentes donde iba sentado y dijo que solo había hablado una vez con el maquinista en la estación de Ourense para darse la novedades del trayecto tal como obliga el protocolo operativo. Y Garzón, el pasado domingo ante el juez que instruye la causa, dijo que no se acordaba de atender una llamada durante el trayecto, aunque quizás fuera debido al estado de shock en que está.

En su segunda declaración judicial, el maquinista identificó al interventor y precisó que hablaron por dónde entrar en Pontedeume. Pero que colgó "segundos antes" del descarrilamiento. Fue ahí cuando se dio cuenta de que iba lanzado, a 192 kilómetros por hora en una curva limitada a 80 km/h, y aplicó los frenos. Pero nada pudo hacer, el entró a 153 kilómetros por hora y volcó. El resultado, 79 muertos y más de un centenar de heridos. Garzón admitió durante su declaración ante el juez instructor que se trató de un "despiste" y un "fallo humano" y que se confundió de tramo en el que circulaba. Por eso iba a más del doble de la velocidad fijada. Queda por ver si esta llamada contribuyó al despiste.

Fuentes de la investigación sostienen que Martín Marugán, amigo de conductor, ocultó el dato de esa llamada para proteger la maquinista, puesto que salvo en casos excepcionales, está prohibido que hable por el teléfono corporativo durante la conducción.

El presidente de Renfe, Julio Gómez Pomar, indicó ayer que la compañía aún no tenía constancia fehaciente de esa llamada. Añadió que las conversaciones personales no se pueden hacer y que los maquinistas solo están autorizados a realizar dos tipos de comunicaciones, la del teléfono de cabina para comunicarse con Adif y el profesional, que siempre debe estar condicionada por condiciones del servicio, como que una persona se ha caído a la vía o un pasajero ha caído enfermo. Por eso, para él lo relevante no es la llamada que recibió el maquinista del tren accidentado, sino la información de servicio que traslada.