La conselleira de Medio Rural, Rosa Quintana, rebajó ayer a 400 hectáreas la superficie quemada en el incendio registrado el pasado domingo entre los municipios de Larouco (Ourense) y Quiroga (Lugo), donde en un principio se había cuantificado el terreno afectado en 500 hectáreas -cifra a partir de la cual se considera gran incendio forestal-.

Temperaturas de más de 30 grados, rachas de viento cambiantes, una vegetación tupida y una compleja orografía con laderas abruptas eran factores suficientes para que el incendio declarado el domingo entre las provincias de Ourense y Lugo, se convirtiera en un gran frente.

Pero además, ayer, trabajadores y brigadistas del monte, denunciaron que faltaron medios estratégicos para actuar de forma rápida ante el fuego y se quejaron de la falta de políticas preventivas -limpieza de alrededores, pistas, consolidación de fajas de protección y cortafuegos- que impidan que aldeas como Seadur estén horas en peligro -el nivel de alerta 1 duró 17 horas- con el fuego a las puertas de casa.

Vilanova, en O Barco de Valdeorras, y San Xoán de Río, a una veintena de kilómetros en línea recta sobrevolando el monte, son dos bases cercanas a Larouco que no tienen helicópteros. El distrito número XIII, en el que está integrado el pequeño municipio valdeorrés, carece de protección a mediados de agosto.

El secretario xeral de Montes, Tomás Fernández Couto, reconoció el lunes que no había helicóptero en la base en la localidad de San Xoán de Río, el único puesto de control para atender el sur ourensano -uno de los más activos en incendios forestales- atribuyendo el retraso, al mes y medio de iniciarse la campaña de alto riesgo, a "cuestiones administrativas".

Tanto el director xeral de Montes como la conselleira de Medio Rural defendieron, en todo caso, la rapidez y coordinación del despliegue.

Ayer fuentes de la propia administración gallega apuntaron a la "lentitud burocrática" del servicio de Intervención como causa de que la base de San Xoán de Río no esté operativa.

Dos aviones de Sober y un helicóptero de Monforte sí participaron en el contingente del mayor incendio de lo que va de año, defendía el lunes el secretario xeral.

El alcalde de Larouco, Joaquín Prieto, también se mostró satisfecho con la respuesta de la Consellería de Medio Rural. "Igual que critiqué a la Xunta, aun siendo del PP, con determinados recortes, también considero que aquí el despliegue fue ejemplar y la respuesta de aviones y helicópteros, inmediata", sintonizaba el alcalde de Larouco, Joaquín Prieto.

Seadur, una de las parroquias que fueron desalojadas por la cercanía de las llamas, trababa ayer de recuperar la normalidad. Bomberos, motobombas y agentes forestales permanecieron en la aldea, vigilantes, para que ninguno de los rescoldos del fuego se reavirara. Los vecinos han perdido montes comunales y fincas particulares consumidas por el fuego. El pueblo continua sin línea de teléfono fijo.

En declaraciones a la TVG, un técnico de Medio Rural apuntó como posible causa que el foco de ignifición fuera una chispa desprendida de una torre eléctrica en Quiroga. Investigadores señalaban el lunes a este periódico otra hipótesis, la de una sobrecarga. Quintana evitó referirse a las causas por segundo día.

Al menos A Gudiña y Ourense sufrieron incendios ayer. En el primer concello ardió una hectárea. El fuego regresó a la periferia de la capital. Un foco en maleza causó temor en Tibiás al aproximarse a viviendas, según los Bomberos. En media hora sofocaron el peligro.

Los expertos urgen medidas paliativas en las zonas más dañadas para evitar la erosión y el arrastre de materiales al Sil. Les preocupa lo que vendrá después. "En muchos incendios lo peor viene una vez que está apagado", apunta Serafín González, investigador del CSIC y experto de la Sociedade Galega de Historia Natural. "Valdeorras tiene una orografía de fuertes pendientes. La lluvia produce efectos erosivos que van a deteriorar aún más el suelo quemado, y arrastres que contaminan los ríos". González urge medidas paliativas sin demoras. "Primero hay que evaluar las zonas más afectadas y de mayor riesgo, con el suelo desnudo, y grandes pendientes. Habría que actuar para proteger de la erosión". La CSIC ha ensayado en otros incendios, como Laza en 2010, o las Fragas do Eume en 2012, la aplicación de paja para alfombrar el suelo.