Han sido necesarios 16 meses de deliberaciones para que el Parlamento Europeo hubiera acordado esta semana la aplicación de nuevas medidas de gestión de las pesquerías de aguas profundas. De esta manera, la pesca de arrastre y el enmalle de fondo -consideradas por las organizaciones ecologistas como artes de pesca destructivas y poco selectivas- seguirán vigentes en aguas de NEAFC del Atlántico Noroeste.

Una mala noticia, por tanto, para los ecologistas y la comisaria de Pesca, Maria Damanaki, y un respiro para un país como Galicia que tiene en aquellas aguas un gran potencial pesquero que permite vivir a más de 1.000 familias por un nuevo período de tiempo. Otra vez, la lucha entre la necesidad de pervivir y conservar, como si realmente fuese imposible armonizar con el aval científico necesario el impacto socioeconómico y la adecuada gestión de unas pesquerías -las de aguas profundas- que no debieran verse encaminadas al exterminio de las especies.

Porque pescar y conservar no tienen por qué estar enfrentados.

Este acuerdo queda pendiente de lo que decida, en última instancia, el Consejo de Ministros, quien como colegislador, deberá debatir la propuesta de reglamento y que este establezca el compromiso de una explotación responsable y la protección de las profundidades.

La Comisión de Pesca del Parlamento Europeo deberá evaluar dentro de cuatro años el uso de todos los tipos de artes de pesca de fondo destinados a especies de aguas profundas y con un especial cuidado de las especies más vulnerables y los ecosistemas marinos asimismo vulnerables. Si los índices consecuencia de la evaluación evidencian que las especies de aguas profundas están sobreexplotadas y los ecosistemas marinos desprotegidos, el Ejecutivo de la Unión Europea deberá presentar en el plazo de un año una nueva propuesta con medidas que pueden plantear la eliminación progresiva de ese tipo de artes de pesca.

La pelota está, pues, en el tejado del sector. Y éste ha de ser el que dé muestras de su responsabilidad en unas aguas que benefician muy directamente a las tripulaciones y armadores de un centenar de barcos gallegos que, de no pescar en Gran Sol ( Atlántico Noroeste), no podrán hacerlo en otras zonas y dejarán NEAFC para uso exclusivo de flotas como las de Noruega, Rusia o Islandia, que seguirían faenando con el mismo tipo de artes y suministrar con sus capturas a los mercados que los gallegos pudieran dejar sin servir.

He ahí la trampa.