Invierno demográfico" es una expresión afortunada para referirse al grave problema demográfico de la Galicia actual. Son múltiples los indicadores de esa gravedad. El más llamativo, la persistente pérdida de población desde hace más de tres décadas; el censo de 2011 registraba 2.772.928 habitantes, 39.014 menos que el de 1981. Galicia pierde entidad demográfica: en 1981 tenía el 7,5% de la población total española; en 2011, el 5,9%. La emigración, fenómeno masivo en los siglos XIX y XX, es un síntoma de la incapacidad de la economía del país para satisfacer las necesidades y expectativas de los gallegos. Y una de las causas últimas de lo que nos sucede ahora. En 2011 tenemos la tercera fecundidad más baja de España,1,07 hijos por mujer. Contamos además con la estructura por edades más envejecida, solo superada por Castilla y León, con un 22,9% de personas mayores de 64 años. A mayor tasa de vejez, mayor dependencia y menos vitalidad demográfica y económica: la iniciativa emprendedora se debilita, la población en edad de trabajar se reduce; la sostenibilidad financiera de los sistemas de pensiones y de salud peligra, etc.

¿Cómo solucionar estos problemas? No hay respuestas milagrosas ni fáciles. Modificar las tendencias de las variables demográficas lleva mucho tiempo. A veces son difícilmente reversibles. Creo, no obstante, como creía el economista J.B. Say en 1840, y creía hace medio siglo Valentín Paz-Andrade, que lo fundamental está en la fortaleza de la economía. No hay verdadera solución de fondo al problema demográfico de Galicia sin reformas profundas de estructuras que permitan crecer a largo plazo la economía gallega por encima de la media española. Lo demás son paliativos. Se necesita una estrategia, como la que se dibuja en 2012 en el Parlamento de Galicia con el Plan para a Dinamización Demográfica de Galicia 2012-2015. Pero hay que ir más allá de una política de población, que tiene muchos límites. Es bueno coaligarse con otras comunidades. Y llevar la necesidad del cambio demográfico a la agenda política española y europea. Es deseable asimismo apostar por un marco de financiación autonómico que tenga en cuenta la dispersión, envejecimiento, población protegida... porque afectan al coste de los servicios públicos básicos. Los consejeros de seis comunidades con graves problemas demográficos aciertan al plantear hace unos días en Zaragoza una estrategia de esta naturaleza en el II Encuentro Interterritorial por el Cambio Demográfico.

Pero no nos engañemos. Las transferencias palían la postración demográfica pero no necesariamente la resuelven. La cuestión es qué fondos y con qué usos. Esos recursos pueden ser semillas regeneradoras. Para eso, la tierra tiene que estar en condiciones de ser fecundada. Creo que también hace falta un pacto de Estado en esta cada vez más pequeña nación cultural en que hemos nacido que es Galicia, que vaya más allá del ciclo político cuatrienal. El problema demográfico y el económico que está debajo de él son graves problemas estructurales. Hay que subrayarlo, sin dramatismo pero con nitidez.