Alejando Macarrón Larumbe alerta constantemente de la envergadura del desafío que supone darle un impulso a la natalidad para frenar el declive demográfico, que amenaza la estabilidad del Estado de Bienestar. El problema, que afecta a gran parte de Europa, depende de incentivos fiscales, medidas de conciliación y, sobre todo, una nueva mentalidad, considera el autor de El suicidio demográfico de España y quien el viernes participó en Santiago en unas jornadas organizadas por la Consellería de Traballo sobre la crisis demográfica.

-¿Qué sucede en Galicia para que no nazcan apenas niños?

-Fundamentalmente es un problema de valores. En el pasado tenerlos era esencial y ahora no lo es. Por eso, lo vamos postergando.

-Antes en el rural incluso formaban parte de la mano de obra familiar...

-En el rural siempre se ha dicho que los hijos eran una inversión en mano de obra y ahora, en la sociedad industrial, no. Hay muchas causas del cambio de mentalidad y algunas son inocuas. De hecho, se considera una de las principales causas de que tengamos pocos hijos que ahora no se muere casi ninguno. Antes fallecía casi la mitad. Podíamos tener muchos menos hijos que antes con el mismo valor demográfico para un país. El problema es que nos hemos comido ese margen que nos da el aumento de la esperanza de vida y mucho más. Antes prácticamente eran todo razones para tener hijos: de mentalidad, la sociedad era más religiosa, había un modelo de familia tradicional? Y ahora parece todo en contra. Debemos buscar el equilibrio.

-¿Pesa la economía?

-Antes se pagaban menos impuestos, ahora la presión fiscal es mayor porque el Estado da más servicios. Mucha gente se pregunta por qué antes con un sueldo se mantenía a una familia y ahora con dos se vive mal. Pues en parte por la presión fiscal, que se come parte del segundo sueldo. Todo lo que se ha hecho en España en los últimos 30 años va contra la natalidad. Las políticas públicas han favorecido nuevos tipos de familia, que no pasa nada, pero tienen menos hijos. Ahora es más complicado que antes, pero también nos hemos vuelto más comodones en parte por el progreso. En la Guerra Civil teníamos más hijos que ahora, a pesar del desempleo y demás. Tenemos tantos hijos como a finales del siglo XVIII. Sin embargo, tras pasar la edad fértil muchas mujeres se arrepienten de no haber tenido hijos. Y se genera frustración.

-¿Cree que se debe a que no existe una cultura de sacrificio?

-Es lógico haberla perdido porque somos más prósperos y tenemos el Estado de Bienestar, que te priva de sufrimientos extremos, pero te quita esa cultura de sacrificio. Pero si no tenemos niños, la sociedad tendrá un problema tremendo y el Estado de Bienestar tiende a ser inviable. Y, además, ¿quién te cuidará en el futuro?

-¿Qué es necesario para revertir la situación?

-Interesa tener niños como elemento de la sociedad y no se nos dice. El Estado debe dar incentivos, por ejemplo, en impuestos. No pueden pagar los mismos impuestos quien tiene cuatro hijos, con gastos mayores, que alguien que no tiene. Lo mismo en pensiones. Quien no ha tenido hijos, por las razones que sea, ha podido ahorrar más o vivir mejor hasta la jubilación. No tiene sentido de equidad social que cobre la misma pensión a igualdad de cotización quien ha tenido hijos que quien no. El Estado debe reconocer el mérito y coste de ello y se debe facilitar la conciliación familiar y laboral. Lo primero es sensibilizar a la gente, clave en una sociedad de opinión pública. Hay un problema colectivo e individual.

-¿Influye el nivel de renta?

-La gente de clases altas tampoco tiene muchos hijos. En el País Vasco el nivel de fecundidad es sensiblemente inferior al de Sevilla aun teniendo mayor nivel económico. La crisis influye, pero antes de ella apenas teníamos un poquito más de hijos. Es un problema estructural, que la coyuntura atenúa o amplifica. En Suiza la tasa de fecundidad es 1,5 hijos por mujer, con renta per cápita alta, muy poco paro? Alemania igual. Y los países nórdicos están algo mejor, pero tampoco son la panacea: tienen 1,8 hijos.

-¿Cuánto necesita Galicia mejorar su índice de natalidad, que ahora es de 1,08 hijos por mujer?

-Necesita duplicar la media, que en términos porcentuales es mucho, pero en absolutos es poco: un hijo más por mujer. Teniendo en cuenta que ahora no hay riesgo de muerte y antes se tenían cinco o seis, no es una barbaridad.

-¿Cómo percibe la situación de Galicia, una de las zonas más envejecidas de Europa?

-Es muy deficitaria en pensiones. Galicia vive mejor de lo que podría gracias a la solidaridad porque en pensiones, posiblemente, por cada euro que se ingrese en cotizaciones sociales se gasten casi dos. El otro viene del resto de España. En sanidad también hay un problema, pero hay otros. Por ejemplo, la desvalorización de las casas, sujetas a una depreciación que puede llegar al 75%. ¿Qué vale una casa de una aldea donde solo quedan ancianos?

-¿En cuánto tiempo se podría revertir la situación?

-Si hiciésemos bien las cosas, concienciando a la gente sobre lo malo de no tener hijos , con otra política fiscal, revisando la educación para recortar un par de años la salida de la universidad, se puede dar un vuelco en una generación. Y en 10 años, cambiar mucho, como con la concienciación sobre el cambio climático o la violencia de género.

-¿Una previsión para 2050?

-Podría perder 700.000 personas. El IGE habla de un millón con la inmigración. La previsión es catastrófica.

-Una sociedad envejecida...

-Existe riesgo de tener una democracia gobernada por pensionistas, que lógicamente se preocupan poco por el futuro.