Buscar en Galicia una entidad de población llamada A Igrexa sin añadir ningún otro tipo de especificación puede resultar complicado porque en concreto ese topónimo sirve para designar 612 lugares diferentes, aunque todos ellos se ubiquen en alguna de las cuatro provincias de la comunidad. A pesar de que dicha denominación no existe en ningún otro lugar de España, su elevado número de repeticiones -tal y como avala el Nomenclátor Geográfico de Municipios y Entidades de Población- convierten A Igrexa en el topónimo líder del Estado con 95 puntos de ventaja sobre su inmediato predecesor.

Si se le sumaran las variantes de A Eirexa o A Eirexe, que también se remiten al latín ecclesia, derivado a su vez de una voz griega con el significado de "asamblea", cualquiera que elaborase un listado exhaustivo de localidades del país tendría que recurrir a esta denominación hasta en 821 ocasiones. Claro que no se trata de una casualidad. Tal y como explica la profesora de Filoloxía Galega de la Universidade de Santiago y experta en antroponimia Ana Boullón, el que este topónimo aparezca de forma reiterada tiene que ver con la administración territorial de Galicia, que viene de "muy antiguo" -en algunos casos se remite al siglo VI- y "está basada en las parroquias". "Dado que la distribución parroquial es la base de la toponimia existen muchos lugares llamados A Igrexa porque ahí es donde está la iglesia de la parroquia", argumenta.

Pero A Igrexa, o sus variantes, no son los únicos nombres gallegos que arrasan por goleada gracias a que Galicia también acapara buena parte de los núcleos de población del Estado. Del centenar de nombres más socorridos del país, 96 están ubicados en la comunidad y en 70 de dichos casos son endémicos, es decir, solo existen dentro de sus límites territoriales. En los 26 casos restantes, comparte el apelativo con áreas vecinas sobre todo Asturias, León o Zamora, aunque en alguna de las referencias, sobre todo cuando el nombre es el de un santo, como San Roque, San Vicente o San Pedro, las fronteras se amplíen hasta la Comunidad Valenciana, el País Vasco o incluso Santa Cruz de Tenerife. En esos casos, señala Boullón, al pueblo le quedó el nombre del santo al que estaba dedicada su iglesia.

Si el título de número uno recae en A Igrexa, O Outeiro, que hace referencia a una colina, se ubica en segundo lugar, con 517 repeticiones, también todas ellas en Galicia. Y si se suprime el artículo, sigue estando entre los diez primeros, con 238 menciones. Esta palabra es un ejemplo de cómo la comunidad escoge elementos de la orografía o del entorno natural para designar un lugar, explica Boullón. En el listado aparecen muchísimos más, desde A Pena a A Lagoa, pasando por A Laxe, A Ribeira, A Fraga o O Carballal. Aclara que Outeiro "más que un topónimo es un microtopónimo", la palabra que se usa para referirse a un lugar no habitado y que en el caso de Galicia supone un patrimonio extentísimo que rondará los tres millones, ya que todas las fuentes, campos o regatos tienen un nombre. Para que se convirtiera en topónimo un microtopónimo, explica, basta con que se pusiera allí una casa. Es más, añade, Outeiro luego acabó siendo un apellido, uno de los "más frecuentes de Galicia, pero castellanizado de forma sistemática por Otero".

O Castro, el tercero -que aparece 330 veces en el Nomenclátor- y Vilar, el cuarto, -reseñado 330 veces-, son compartidos con Asturias. El primero hace alusión, señala Boullón, a un asentamiento prehistórico y es el apellido más abundante de Galicia, mientras el segundo se refiere a un poblamiento "posterior". Aun así, para encontrar entre los 100 primeros una denominación que no tenga algún tipo de acento gallego -bien por su ubicación, pero sobre todo por el idioma-, hay que remontarse al puesto 36 de la lista y llegar a La Estación.