El control telemático de presos comenzó aplicarse en España en el año 2000, pero fue a partir de la reforma del Código Penal en 2004 cuando el número de internos interesados por el régimen de semilibertad subió año tras año.

A finales de 2003, había más de 300 internos en España que cumplían condena en su domicilio controlados con el sistema telemático. En 2006, el número de presos libres superó los 700. Una década después de comenzase a extenderse el control telemático, la cifra de condenados que duermen en casa con pulseras o tobilleras abrochadas a su cuerpo se ha multiplicado por cinco.

El tercer grado consta de cuatro fases. La primera es la más restrictiva y supone un periodo de adaptación a la nueva situación. En la segunda se hacen las gestiones correspondientes para que el recluso pueda salir a trabajar con la documentación en regla.

En la tercera, el preso sale a trabajar por el día y vuelve a dormir al centro penitenciario. Si el nivel penal lo permite y la Junta de Tratamiento lo considera, se accede a dejar al recluso ir a dormir a casa con una pulsera telemática. Es la última fase antes de que el condenado logre la libertad condicional.