'Desafinado'
Antón Luaces
Aunque el título tiene que ver con una preciosa canción brasileira, lo cierto es que el presidente de la portuguesa asociación de armadores Adapi, don Armando Pinto Soares, parece llevar el mismo camino de la desafinación cuando intenta cantar las desgracias de la flota arrastrera española (especialmente la gallega) que faena en el caladero nacional Cantábrico Noroeste, donde también los hacen una veintena de barcos lusos comprados, curiosamente, por los armadores españoles integrados en la indicada asociación portuguesa. Esas desgracias tienen que ver, según los armadores españoles acogidos en la organización lusa, con las capturas realizadas y no declaradas o la declaración de especies que nada tienen que ver con la de verdad capturadas. Y quieren los hispano-lusos que la Comisión Europea controle la potencia de los motores de los barcos españoles que, dicen, excede la establecida en la licencia de pesca y que suponen también una competencia desleal en relación a aquellos barcos con su potencia matriz certificada, algo que se puede verificar en el fichero comunitario de barcos de pesca, y que la Administración portuguesa incremente los controles de entrada por vía terrestre de camiones con pescado procedentes de Galicia.
Esos armadores españoles de barcos portugueses que, además, en uso de sus derechos, vienen a Galicia a contratar patrones y contramaestres para esos mismos barcos, parecen ignorar que sus homólogos españoles (especialmente los gallegos) también se quejan de los exhaustivos controles e inspecciones que realizan los servicios del Ministerio de Agricultura, de la Guardia Civil, de la Xunta, cuando ellos, los vecinos, consideran que debido a la presión que se viene ejerciendo por una parte significativa del sector de arrastre del Cantábrico Noroeste, se constata un intensidad "desproporcionada" en el control de las actividades de los buques portugueses.
Pues si todos tienen el mismo derecho a pescar, es de suponer que también deben de ser inspeccionados al modo y manera que se hace con los enarbolan (cuando lo hacen) pabellón español.
Es curioso: dicen pescar entre las 12 y las 200 millas, en aguas continentales de España, y olvidan reseñar que hay barcos gallegos que calan sus nasas dentro de las 12 millas, que han visto cómo arrastreros portugueses se llevan por delante esos aparejos en su navegación más allá de la milla 12. Tal vez sea porque los naseiros gallegos calen sus nasas más allá de las 12 millas.
Son los mismos arrastreros que los pescadores asturianos han denunciado más de una vez no solo por pescar dentro de las 12 millas, sino hacerlo con tren de bolos, arte prohibido a los barcos españoles (por cierto que algún que otro "bolo" ha aparecido días atrás en playas de A Costa da Morte).
Y es sabido que los pesqueros portugueses propiedad de armadores españoles no respetan el descanso semanal y que mucho del pescado por ellos capturado se va en camiones a los mercados lusos.
No sabe uno si están desafinados, pero se voçé insiste alguien deberá responder a las acusaciones hasta llegar al momento álgido de dar la nota adecuada.
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