Asombro en si bemol mayor

Asombro en si bemol mayor

Asombro en si bemol mayor

Antón Luaces

Las ballenas tienen su propio lenguaje audible, para ellas, a centenares de kilómetros de distancia. Se dice que son capaces de componer una especie de melodía, lo que ha llevado a creer a los viejos balleneros gallegos y de otros países que, en determinadas circunstancias, las ballenas cantan.

Pero lo que en verdad "canta" es que una primera estimación global del número de ballenas cazadas por el aprovechamiento industrial del siglo pasado (en el que se produjo el acuerdo para la aplicación de la moratoria que dejó a Galicia sin sus últimos balleneros) revela que casi tres millones de cetáceos fueron exterminados. Una cifra que deja patente que hablamos del mayor sacrificio de cualquier animal, en términos de biomasa total, en la historia de la humanidad.

Esta devastación está perfectamente documentada.

Según algunas estimaciones, los cachalotes disminuyeron en un tercio de su población anterior a la caza de ballenas, y las ballenas azules se redujeron en un 90% a causa de su caza. Aunque algunas poblaciones, caso de las ballenas minke, se han recuperado en gran medida, otras -incluidas la ballena franca del Atlántico Norte y la ballena azul antártica- siguen al borde de la extinción.

Robert Rocha, director de ciencia en el Museo Ballenero de New Bedford en Massachusetts (EEUU), en un artículo publicado en Marine Fisheries Review ha hecho cálculos junto a otros investigadores y señala: "Cuando empezamos a sumar todo, fue asombroso".

Y es que los investigadores estiman que, entre 1900 y 1999, casi tres millones (concretamente 2,9) de ballenas fueron víctimas de la industria ballenera: 226.442 en el Atlántico Norte, 563.696 en el Pacífico Norte y 2.053.956 en el hemisferio Sur, informa Nature.

Esta cifra supera a la matanza de búfalos llevada a cabo en Norteamérica y que prácticamente exterminó la especie, o la que acabó con las palomas migratorias.

La caza de ballenas en el siglo XX supera a todo. Y los expertos consideran que esos 2,9 millones de ballenas muertas es un número conservador, lo que hace entender que el número real de ballenas cazadas será más elevado. En esta matanza hay que destacar la intervención de los barcos a motor, mucho más eficientes en su acción depredadora que los buques de vela originales.

Increíble, pero cierto.

Y Noruega, Islandia y Japón, siguen matando ballenas, ahora bajo el manto de la investigación científica, que no es óbice para que la carne de ballena se venda en los mercados locales.

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