Cambio o impostura
Aurelia Lombao
Todo dios habla de cambio, lo predica y dice que lo impulsa. Incluso aquellos que son artífices o responsables de las cosas mismas que hay que cambiar, con lo que muchas de estas proclamas suenan a sarcasmo o a cinismo. En realidad lo que parece suceder es que un cambio profundo en la forma de ver y abordar las cosas y los asuntos de la vida personal y colectiva se está produciendo ya y los avispados capitostes del pasado, más que de otra cosa, tratan de subirse al carro de ese cambio de fondo para, en lugar de empujarlo, tratar de evitarlo, minimizarlo o reconducirlo.
"Lo dicho se prueba con algunos ejemplos". Nada menos que el PP se ha presentado en Andalucía como el único posible impulsor del cambio. Naturalmente la gente no se lo creyó y el partido se llevó un batacazo histórico, que ahora parece ser sinónimo de enormemente importante. El personal se percató de que la opaca ley de transparencia, el cacareo anticorrupción, las hiperbólicas promesas de crear millones de puestos de trabajo o la modélica recuperación y salida de la crisis no eran otra cosa que un puñetero maquillaje o mera impostura.
Por su parte el PSOE se presenta como adalid del "cambio seguro", que viene a ser lo más seguro para que no haya cambio. Basta con recordar, por ejemplo, que fue el Gobierno del PSOE quien promovió, con alevosía, con estival nocturnidad y por la puerta de atrás, la reforma del artículo 135 de la Constitución, que prioriza los intereses de los mercachifles por encima del bienestar de los españoles. Es verdad que Pedro Sánchez abjuró de esa reforma y dijo arrepentirse de ella, pero también lo es que él mismo la defendió y votó en 2011 y en ningún momento se le ocurrió oponerse como, por ejemplo hizo, con coherencia y dignidad, su compañero de escaño Antonio Gutiérrez. Otra vez sobra maquillaje o impostura, o las dos cosas, y falta credibilidad.
La realidad es que, en las entrañas de la sociedad, el cambio sí se está produciendo, pero no ha llegado y tardará en llegar a las viejas formaciones que hablan de regeneración sin regenerarse ellas mismas, por lo que resultan tan increíbles como inservibles. Necesitan mucho tiempo aún y, sobre todo, mucha presión social y cívica. O desaparecer.
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