Corme, más patrones que marineros

Corme, más patrones que marineros

Corme, más patrones que marineros

Antón Luaces

Corme y sus poco más o menos mil habitantes figuran en el mapa marítimo español más por sus numerosos patrones de pesca y de costa, repartidos por toda la geografía nacional, que por sus marineros locales. Y, sin embargo, puede que sea la población gallega que más contribuye históricamente al censo de profesionales de la mar fallecidos en el desempeño de sus funciones como marineros y percebeiros.

Suso Lista, expatrón mayor de la cofradía de pescadores de Corme, ha ido elaborando un listado de estos fallecidos en la mar para poder erigir en la zona costera un memorial o monumento en honor a los marineros y percebeiros muertos durante su trabajo. Llegó a entablar contacto con un renombrado escultor e incluso se barajó la posibilidad de rotular con los nombres de todos los fallecidos -más de 150- las paredes del espigón del puerto. También se estudió fijar piedras de la costa que habían sido arrastradas por las olas y, en cada una de ellas, pintar o esculpir el nombre de cada uno de los marineros y percebeiros muertos. Pero los vecinos de Corme -cada familia local arrastra su historia de llantos contenidos- optaron por dejar pasar el tiempo y, sin correr un tupido velo sobre los hechos producidos, guardar el dolor y la memoria entre las paredes de sus propios domicilios.

Suso Lista recurrió a la memoria de los tres vecinos más ancianos de la localidad (hoy fallecidos), y ha llegado a reunir cerca de 200 nombres -aproximadamente serían el 20% de la población actual de la villa- que conserva anotados a mano en una vieja libreta cuyo macarrón comienza ya a oxidarse.

Nombres que, como es habitual en los pueblos marineros de Galicia, apenas dicen nada hoy, pero sí sus apodos o alcumes: Non ten Duda, Susiño do Picoto, Gharatuzas, Javieriño de Basilio, Monchiño de Rencudán, O Coxo de Pillo, Paco do Muxico, Juan de Benito, Bautista Chans Gorín, Ramón e Manolo Couto (padre e hijo), o el caso tristísimo de una familia de percebeiros, padre e hijo también, muertos al ser arrastrados por la olas. En su memoria se levantaron las dos cruces -una más grande que la otra- existentes en el cabo Roncudo, si bien se desconoce la existencia de un tercer muerto, hijo asimismo del percebeiro fallecido en el mismo accidente, que con tan solo siete años salió a faenar en el puesto que su hermano de 10 años tendría que haber ocupado. Esta tercera víctima, que no tiene cruz en el Roncudo, contaba con tan solo siete años.

Casos como los de las embarcaciones Manuel, Begoña y tantas otras que aportaron nombres y más nombres al censo de víctimas vecinas de Corme, como es el caso de Manuel Pasandín, sobreviviente de la guerra de Cuba y mil batallas más por la vida, que encontró la muerte durante un fuerte temporal registrado en 1920 y que causó cuatro muertos entre otros tantos tripulantes de la gamela que ocupaban. De estos cuatro marineros, tan solo se pudieron recuperar los cuerpos de dos. Los otros dos nunca aparecieron.

Y esta es la tónica habitual: la inmensa mayoría de las muertes de marineros de Corme se han registrado lejos de su villa, en otros mares, y sus cuerpos no fueron hallados nunca. De ahí que a Corme se le conociese como O pobo do loito.

Más patrones que marineros, y más muertos en la mar contabilizados en los últimos 100 años que ninguna otra población gallega y, posiblemente, española. Erigir por ellos un memorial sería honrarlos por propios y ajenos.

Tracking Pixel Contents