Gasóleo, herramientas, maquinaria de labranza, cable de cobre y, en menor medida, animales como terneros, yeguas, conejos y gallinas e incluso parte de la cosecha y chorizos y jamones de la matanza son el botín más codiciado de los ladrones del rural que actúan en explotaciones de la comunidad. Desde octubre de 2013 una docena de agentes vigilan los pasos de estos delincuentes a través de las cuatro unidades -una por cada provincia- de los equipos Equipos de lucha contra el Robo en el Campo (Roca) de la Guardia Civil.

Se han convertido en los ángeles de la guarda de los agricultores y su presencia en el campo ha funcionado como "efecto disuasorio" y ha permitido que después de que los robos en las explotaciones gallegas se triplicasen entre 2008 y 2012 -de 50 a 158- cayeron el año pasado un 27% hasta los 233 casos. Desde que iniciaron su actividad, los agentes del equipo Roca de la provincia de A Coruña -con sede en Santiago y coordinados por el cabo Víctor Castro- arrestaron a 51 personas por este tipo de delitos, lo que consideran una cifra "elevada".

Poco más de un año llevan en funcionamiento estas unidades que se dedican "en exclusiva" a vigilar las actuaciones en el rural, misión para la que cuentan con el "respaldo" con otras estructuras de la Guardia Civil como las Secciones de Intervención Rápida (SIR) de las comandancias o el Seprona con las que se coordinan. También pueden usar los laboratorios del instituto armado para analizar las pruebas que recopilen y a menudo usan los helicópteros de otros grupos cuando salen a vigilar algunas zonas.

Los agentes llevan poco más de un año dedicados a controlar los robos en el campo y por eso los equipo Roca dedican parte de su actividad a entrevistarse con los agricultores y ganaderos, los sindicatos y asociaciones profesionales o las empresas del sector. Además de presentarse aprovechan para "tantear" la delincuencia en la zona, preguntarle a los vecinos por sus sospechas y entregarle un decálogo de medidas de seguridad. Ese documento también lo presentaron en las charlas celebradas en varios concellos de marzo a junio de 2014.

Anotar todos los datos como matrículas de coches o descripción de los sospechosos después de que se produzca un incidente; guardar la numeración de la maquinaria y de las herramientas y fotografiarlas para facilitar su identificación ante un robo; cambiar la rutina de trabajo de la explotación por lo menos una vez a la semana; habilitar lugares de seguridad y sistemas de vigilancia donde se guarda el material agrícola; y comprobar las cerraduras cuando se abandona la explotación son algunas de las recomendaciones incluidas en el decálogo de los equipos Roca.

Castro explica que los ganaderos a veces "por vergüenza" no llaman para denunciar porque consideran que el suceso "no es importante". Por eso, insisten a los vecinos en estas charlas en que una denuncia "no formulada" es "una posibilidad más para el delincuente". Según el cabo de la unidad de la provincia coruñesa, el mayor "miedo" que les trasladan los vecinos de las áreas del rural que controlan tiene que ver con los robos en viviendas con ellos dentro.

"Cojo la escopeta". Es una de las reacciones más repetidas de los ganaderos, a la que los agentes contestan que siempre hay que evitar el enfrentamiento con los intrusos y dejarles "una vía de escape".

El día en la comandancia de Santiago comienza temprano con la revisión de todas las noticias sobre los sucesos de las últimas horas, deciden si vigilan los movimientos de algún sospechoso al que siguen y en jornadas de feria acuden a los mercados para controlar que toda la mercancía está "en orden". Por el mismo motivo visitan con frecuencia las tiendas de segunda mano y chatarrerías, ya que la mayoría de la maquinaria robada acaba convertida en chatarra y "si se cierra el grifo de comercialización ya no pueden vender los objetos robados". Aparte de registrar la maquinaria para que se pueda comparar con las que se venden en estos establecimientos, los agentes del equipo Roca aconsejan además pintarlos y fotografiarlos. Gracias a estos detalles pudieron recuperar una motosierra y una torreta de alta tensión que habían robado en una explotación forestal dedicada a la jardinería.

Perfil

Junto con estos aperos, en la lista de robos en las comarcas de A Coruña figuran el de una yegua en Melide que ya se devolvió a su dueño, tres reses en Lestedo (Boqueixón) que aún siguen desaparecidas o varios centenares de kilos de manzanas de una explotación cerca de Santiago. El cabo Víctor Castro desmiente el mito de que los ladrones conocen muy bien la zona y aclara que lo más "habitual" es que no sean del entorno. Se trata de "delincuentes habituales y sistemáticos" organizados en bandas internacionales o jóvenes que se dedican a delinquir. El agente recuerda que muchos son reincidentes y ya los han arrestado en más de una ocasión. De los que no han vuelto a ver no confía que hayan dejado de robar. "Algunos ingresaron en prisión por acumulación de detenciones y otros han cambiado de ámbito delictivo o de zona de actuación", añade.

De su contacto con los ganaderos destacan el "gran disgusto" que llevan cuando son víctimas de un suceso de este tipo. En unas zonas la sensación es de "sorpresa" porque allí "nunca pasa nada" y en otras apuntan que los robos "no cesan".