-¿La mayor gesta sanitaria de la historia fue un episodio quijotesco?

-No era un disparate, pero lo parecía. Esta gente resultó ser muy profesional y dominaba muy bien la tecnología de la época, pero tenía aspecto de empresa enloquecida. Eso fue lo que me atrajo de esta historia.

-¿Por qué cayó en el olvido?

-Ocurrió en un momento tan convulso de la historia de España que quedó oscurecida. El país estaba descabezado, el rey estaba en Francia y el imperio se desgajaba.

-Todavía es un hito muy poco conocido en España.

-Muy poco. Vas a la calle y preguntas a cien personas y no hay una que lo sepa. Algunos médicos he encontrado que habían oído hablar del tema. Y poco más.

-La Iglesia no sale bien parada en su novela.

-Había un sector muy ignorante, pero había otro abierto a la ilustración. Y la Iglesia acabó apoyando la vacuna como institución. Es verdad que al curita de base, que vivía en un mundo de supersticiones y prejuicios, le era muy difícil aceptar aquellas novedades. Que te inyecten el mal para curar ese mismo mal. Ahora lo vemos evidente, pero era chocante. Era el paso de un mundo regido por la superstición a otro regido por la razón. Y no era fácil.

-Sigue sin serlo ahora.

-Exactamente. Hay grupos fundamentalistas que prohíben vacunar a los niños. Se vio con la gripe aviar. Fíjese lo que pasa con lo de las células madre, no ha cambiado tanto la humanidad. Los problemas siguen siendo los mismos.

-Como la corrupción.

-Había una corrupción increíble en las colonias. Pero cuando estaba escribiendo y veía la televisión no sabía si estaba escribiendo un libro de historia o de actualidad. Era la misma manera de meter descaradamente la mano en las arcas públicas.

-¿Cómo empezó a interesarse por esta historia?

-De casualidad. Estaba promocionando el premio Planeta por El imperio eres tú y Antena 3 me hizo una entrevista en el Jardín Botánico de Madrid. No sabía que detrás había un edificio donde se guardan los documentos de las grandes expediciones españolas. Y me hablaron de esta. Me atrajo, pero vi una dificultad enorme, porque no había documentación personal de los protagonistas. Y de Isabel no había nada de nada.

-No se sabía ni cómo se llamaba realmente.

-Así es, y para mí era el personaje central desde el principio. Era la clave de esta historia. Ahí fue donde entra en escena Toño López Mariño y me salva la vida. Mandé a Coruña a un amigo mío historiador que me estaba ayudando a documentarme y llega justo el día en que LA OPINIÓN publica su investigación, que resuelve el enigma de Isabel Zendal. Estuve una semana aquí con Toño, que me hizo comprender y querer el país. Estuvimos con los Zendal en Santa Mariña de Parada, en Ordes, en los archivos de Santiago y Coruña. Le agradezco enormemente que compartiera conmigo sus descubrimientos.

-Esta es una novela de obligada lectura en A Coruña, por la rigurosa recreación histórica.

-La he logrado con joyas bibliográficas sobre Galicia en el XVIII que consulté en las librerías Arenas, en Coruña, y Follas Novas, en Santiago. Libros como Viaje por Galicia y Asturias, de Richard Ford, Historias da vida cotidiá en Galicia, de Javier Castro, o Viajeros angloparlantes en la Galicia de la segunda mitad del siglo XVIII, de la Fundación Barrié. Con todo eso he descrito la ciudad. Aquel ambiente de punto de partida de inmigrantes en el contexto de una pobreza rural impresionante.

-La época coincide con el despegue coruñés con los correos marítimos.

-Ahí es cuando llega Barrié. De repente hay negocio. Se crea una especie de aristocracia que construye hermosas casas y da a Coruña ese aire de ciudad encantadora. De todas las presentaciones en España, la que más me apetece y la que más sentido tiene para mí es esta.

-El personaje de Isabel fue recreado con un necesario plus de intuición. ¿A qué tipo de mujer le lleva?

-Pues una mujer marginal que se hace libre. Lo que sabíamos es que nació en un ambiente rural y que sus padres eran pobres de solemnidad. Pero sabía de alguna manera leer y escribir. Que aparece en el padrón coruñés de la calle Real. Y que tuvo un hijo de soltera, con lo que suponía entonces. Los hijos fuera del matrimonio no tenían derecho a cursar estudios elaborados. Con esos mimbres construyo el personaje: una mujer con la obsesión de limpiarse una mancha, que repercute en la vida de su hijo. El resto es intuición e imaginación. Pero hay un esqueleto psicológico, ha sufrido la marginación y la asume, porque ella no se aburguesa nunca. Y tiene la oportunidad en Cuba de convertirse en una gran señora, pero no es para ella eso, ella es carne de hospital, de hospicio.

-Es la primera enfermera.

-Podría considerarse la primera enfermera profesional de la historia. La primera hispana, seguro. En México, la Facultad de Medicina de Puebla lleva su nombre. Y la OMS la honra con un premio anual.

-Aquí no tiene el reconocimiento que se merece.

-No, pero ninguno de los personajes de la expedición. Lo que quiero con este libro es devolver a los héroes al lugar que les corresponde por la historia. Eso se hace muy bien en Francia, Inglaterra o Italia. Nosotros no queremos a nuestros héroes.

-La pista de su vida se pierde.

-Sí, se pierde en México. No se sabe cuándo murió ni cómo. Es una investigación aún pendiente, pero compleja y costosa, porque habría que ir a todos los lugares en donde han estado los niños de la expedición y rastrear los archivos.

-¿Y la de los niños?

-Lo mismo. En el libro al final hablo de lo que yo he encontrado. Se sabe que algunos fueron adoptados por mercaderes de familias pudientes de Puebla. Otro, por un cura. Se escapó a los tres días. A saber lo que pasó. No se sabe mucho de los demás. La historia está más presente en México que aquí. Aquí se olvidó por completo. Espero que este libro sirva para hacerles justicia.