El chófer del camión valenciano, que conducía el lucense Carlos Cudeiro, asaltado hace dos semanas por un grupo de inmigrantes irregulares subsaharianos en Calais (Francia) que pretendían entrar de forma ilegal en el Reino Unido, ya había sufrido otro incidente grave 24 horas antes. El conductor fue retenido durante algo más de seis horas por la policía británica, después de detectar ocultos dentro del vehículo que conducía, propiedad de una empresa logística de Quart de Poblet (Valencia), a 18 inmigrantes de origen eritreo. Entre ellos, había al menos seis mujeres en avanzado estado de gestación.

Cudeiro explica que la noche anterior había dormido en un área de descanso de la autopista A-26, a una hora de Coquelles (el municipio donde está la entrada francesa al Eurotúnel). También en esa ocasión había cargado seis toneladas de pan precocinado de Feignies (norte de Francia) que debía entregar en Rugby, cerca de la ciudad inglesa de Birmingham. "Por la mañana, llegó la Gendarmería al área de descanso y localizó a varios inmigrantes ocultos dentro de los camiones que habían hecho noche allí. Por eso, revisé los precintos de mi camión y estaban intactos, tanto los dos que me pusieron en la panificadora como los dos que colocamos de nuestra empresa Car Volum, para tener más seguridad, así que continué la ruta hacia Calais", explica Cudeiro.

Ese día ya había atascos en los accesos al Eurotúnel debido al incremento de controles en vehículos de mercancías desde que una semana antes hubiesen comenzado los asaltos desesperados de los subsaharianos intentando acceder a Gran Bretaña clandestinamente.

"Pasé el primer control, que es francés, pero ya ahí uno de los perros policía se puso a ladrar como un loco entre mi camión y una furgoneta polaca que estaba a mi lado. Los gendarmes se llevaron al de la furgoneta y yo continué". Tras pasar un segundo control de documentación, ya británico, fue desviado a uno de los accesos. Con el camión haciendo cola, "se acercaron policías ingleses con otro perro y empezó a ladrar que parecía que le iba a dar algo", relata el chófer gallego; "yo hasta creí que tenía hambre y estaba oliendo el pan que llevaba yo", relata con tono jocoso una vez superado el incidente.

Cudeiro se quedó "helado" cuando la policía inglesa abrió la caja. "Había gente por todas partes. Dieciocho personas, todas ellas de Eritrea, unos echados bocabajo, otros agazapados entre los palés... Había seis mujeres embarazadas, en avanzado estado de gestación. Daba lástima", explica.

Los agentes apartaron al camionero del vehículo para impedir un posible contacto con los inmigrantes, que fueron llevados al lado contrario, en calidad de detenidos. Durante seis largas horas, el chófer fue retenido e interrogado, mientras que las 18 personas fueron detenidas. "Menos mal que hicieron fotos que atestiguan que los precintos estaban sin romper. Estuve con ellos revisando todo el camión y al final encontramos un hueco de unos 20 centímetros en una esquina de la caja del camión, que es por donde se colaron, seguramente en el área de descanso donde había pernoctado la noche anterior", aclara el lucense.

Cudeiro confiesa que paso "miedo" porque "introducir gente ilegalmente en el Reino Unido no es ninguna broma. Es algo que se toman muy en serio y que tiene consecuencias muy graves. Me veía pasando cuatro o cinco años en una cárcel británica o incluso francesa... Menos mal que al final se aclaró todo y me dejaron ir", relata con alivio. "Nos intentan hacer responsables a nosotros. Incluso me preguntaron si alguien me había pagado por dejarles subir o si me habían obligado, pero nada de eso. Desde luego, yo solo soy camionero, no puedo tener yo la responsabilidad de vigilar las fronteras británicas. Eso es algo que compete a su policía", agrega.

Ese día no pudo entregar la carga en el Reino Unido. "Hablé con la empresa de pan de Feignies y me dijeron que regresase a la fábrica para descargar", explica. Ese mismo día -el miércoles de la semana pasada- por la tarde estaba de vuelta en Calais con otros 6.000 kilos de pan precocinado para un centro de distribución del supermercado británico Tesco. Sin embargo, tampoco esa carga pudo ser entregada porque mientras Cudeiro esperaba en el kilométrico atasco previo a la llegada a los controles aduaneros sufrió el asalto de casi una treintena de jóvenes subsaharianos armados con barras de hierro y piquetas.

Tras sufrir ese segundo incidente en el plazo de 24 horas, el camionero regresó a Feignies y de nuevo tuvo que dejar la carga. La empresa valenciana para la que trabaja como autónomo le cambió definitivamente el porte y recibió el encargo de recoger palés de cerveza para llevarlos a Guadalajara. "Llevo muchos años en la carretera, he viajado por toda Europa y jamás he visto nada igual. Es tremendo. La policía no puede hacer casi nada, los bajan de un camión y se suben a otro. Es un auténtico drama, con cientos de personas, muchas de ellas mujeres y niños, malviviendo en campamentos ilegales, sin comida ni agua, que intentan subirse desesperadamente a los camiones; una pena", sentencia Cudeiro.