Lo suyo era el trabajo en el despacho. Alejado de los flashes. El magistrado coruñés Antonio Pedreira saltó a los medios de comunicación sin buscarlo. Su investigación sobre la Gürtel , un caso que recibió en marzo de 2011 cuando Baltasar Garzón se lo remitió al aparecer aforados autonómicos en una causa que a día de hoy sigue protagonizando la escena política y judicial. Tras tres años hospitalizado aquejado de un accidente cerebral, Pedreira falleció el pasado martes a los 66 años.

"Todo lo contrario a un juez estrella". Así lo definen sus amigos. Era "un loco de A Coruña", como hace años reconcían sus hermanos y amigos en un reportaje a este periódico. Sus viajes a Galicia era habituales. Al menos un par de veces al año se escapaba de Madrid para reencontrarse con la familia y los amigos de la infancia. En el reencuentro con su pandilla, de vez en cuando echaban una partida al dominó o a las cartas.

"Es público y notorio que la presión por el caso Gürtel agravó su enfermedad", destacaron a Efe fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, en donde el juez coruñés ejerció su carrera desde 1989. Durante el tiempo que Pedreira instruyó Gürtel, tuvo que hacer frente a no pocas críticas a su trabajo, apuntando gran parte de ellas a su precario estado de salud.

La enfermedad de Parkinson que le fue diagnosticada en 1989 había ya hecho estragos en su estado físico y su cuerpo visiblemente encorvado hacía presagiar que este caso le iba a causar mayor deterioro.