Está considerada un elixir de vida por sus propiedades medicinales, especialmente contra las células cancerígenas, y debe su nombre en español, "seta deliciosa", a su inigualable sabor. China y Japón la producen y consumen desde hace más de 2.000 años y numerosos lugares del mundo han seguido su ejemplo. El shiitake ha llegado también a Galicia para quedarse y prueba de ello es la planta de cultivo que la comunidad de montes de Couso, en el municipio pontevedrés de Gondomar ha puesto en marcha. Los comuneros han comercializado ya parte de su primera cosecha. Han recogido 50 kilos y vendido 30. Sus expectativas para este año se sitúan en los 1.800 kilos de producción y los 10.800 euros de ingresos.

A seis euros el kilo han logrado colocar sus primeras setas de origen asiático en el mercado. La distribuidora, en este caso la empresa miñorana Froitas Vilar, las venderá a 12 a los consumidores. "El negocio es rentable", asegura el presidente de la sociedad mancomunada, Xosé Antón Araúxo. La viabilidad económica de la iniciativa viene a dar la razón a la junta rectora de la comunidad, que apuesta por el uso funcional del monte, en busca de la conservación de las especies autóctonas y de la creación de puestos de trabajo. "Está claro que la madera ya casi no genera beneficios", afirma el representante de los comuneros. Aclara que la construcción ya no la demanda y las plantaciones de eucaliptos están sujetas a los precios "tirados" que impone la celulosa Ence.

Por eso hay que buscar alternativas y el shiitake parece funcionar. Las cifras cantan. Según los cálculos de Araúxo, cada hectárea de eucalipto genera unos 475 euros en beneficios al año. "Con estas setas llevamos 180 euros en 600 metros cuadrados en cinco meses", apunta.

Lo que comenzó como proyecto experimental el pasado verano va en camino de convertirse en explotación. Los vecinos pusieron en marcha la planta con 300 troncos de roble y castaño en enero, tras inocularles un micelio, una especie de hongo, y ponerlos a producir. Ahora tienen otros 700 listos para comenzar a brotar y 21 hectáreas de superficie forestal acotada para ampliar la producción. Todo provisto de sistemas de riego y toldos para garantizar las condiciones de temperatura y humedad que requiere la especie.

Los cuatro trabajadores contratados por la comunidad atienden el recinto al tiempo que realizan otras tareas en el monte. Si las previsiones se cumplen, se crearán más empleos "de forma gradual", avanza Araúxo.

Todo arrancó con una inversión de 30.000 euros, financiada al 30% por la Xunta con fondos europeos Leader y al 70% con microcréditos personales de comuneros. Tras el esfuerzo económico, los productores piensan ya en diversificar la actividad. "En un futuro esperamos vender o shiitake de otras maneras. Además de en fresco, podemos prepararlas en conserva o secas, lo que contribuiría a generar puestos", concluye.