Fueron la vanguardia. Coruñesas como la matemática María Wonenburger o la científica Pilar de Madariaga, que acabaron desarrollando su carrera en Estados Unidos, o la periodista Mari Luz Morales Godoy, que estuvo al frente de La Vanguardia y fue la primera mujer en dirigir un periódico en España, fueron alumnas de la Residencia de Señoritas, en Madrid, la organización femenina heredera de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) que dirigía María de Maeztu.

Ellas figuran en la lista de 33 mujeres gallegas que pasaron por esta escuela de renovación pedagógica, creada por la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas en el marco de la ILE para promover la investigación y la educación científica en España.

Abierta en 1915, este año, con motivo de su centenario, una exposición divulga la experiencia educativa, Mujeres en vanguardia, comisariada por Almudena de la Cueva y Margarita Márquez Padorno. El golpe de Estado de Franco y el estallido de la Guerra Civil truncaron en 1936 este proyecto, que supuso un intento de modernizar la sociedad española y fomentar la incorporación de la mujer en igualdad con el hombre.

La Residencia de Señoritas, el equivalente femenino de la Residencia de estudiantes, brindaba a la mujer posibilidades hasta entonces inéditas de desarrollo personal, libertad e igualdad de oportunidades, y proporcionaba, como decía Virginia Woolf, "una habitación propia" donde poder desenvolver su formación superior.

Desde sus primeros tiempos en la calle Fortuny, con treinta plazas, pasó a tener doce edificios con una capacidad de 300. A la Residencia acudían mujeres de clase media o alta, con recursos, procedentes de toda España que iban a Madrid a estudiar, muchas de ellas en la Universidad, y que contribuyeron a difundir el nuevo perfil femenino, profesional e independiente.

María de Maeztu, hermana del intelectual Ramiro de Maeztu; Victoria Kent, María Zambrano o Maruja Mallo formaron parte, como profesoras o alumnas, de la aventura pedagógica de la Residencia de Señoritas, que contó con el apoyo incondicional de la International Institute for Girls in Spain, una institución norteamericana asentada en Madrid desde principios del siglo XX, que aportó edificios, profesorado y métodos, y actuó como mediador para llegar a acuerdos con diferentes colleges femeninos de EEUU para conceder becas de intercambio, a través de un comité frente al cual estaban María Goyri y Zenobia Camprubí.

Como la Residencia de Estudiantes para varones, la Residencia de Señoritas contaba no solo con alojamiento sino también con un laboratorio de prácticas químicas, una biblioteca bien nutrida y un programa de clases, conferencias, conciertos, lecturas poéticas o exposiciones de artes plásticas.

Casi todas las mujeres que tuvieron algo que decir en la sociedad española del primer tercio del siglo XX fueron residentes privilegiadas: la abogada y política Victoria Kent, que fue la primera mujer en intervenir ante un consejo de guerra en España; la pedagoga Matilde Huici, las pintoras Dellhy Tejero y Menchu Gal o la periodista Josefina Carabias estuvieron en la nómina de la institución.

Entre el profesorado destacaron la filóloga María Goyri o la filósofa y ensayista María Zambrano y entre las participantes en las actividades de la institución, las escritoras Zenobia Camprubí, Gabriela Mistral y Victoria Ocampo.

Además de la formación profesional y física y los deportes -había un equipo de rujbi sobre hierba- también se cultivaba la creación artística, un ámbito del que saldrían grandes pintoras vanguardistas, como la célebre lucense Maruja Mallo, y que tendrían en el Lyceum Club Femenino su espacio de exposiciones.

Maruja Mallo fue sin duda la gallega más famosa que albergó la Residencia de Señoritas, donde también estuvieron las hermanas coruñesas Pilar y Carmen Sotomayor. Pero hubo otras muchas. Entre ellas, la también coruñesa Rosa Solórzano, archivera.

Del ámbito pedagógico salieron, Isabel Barreiro, de Vilagarcía, que trabajó en el Instituto-Escuela; la lucense Concepción Fernández López, la pontevedresa Piedad Fernández López o la ourensana Carmen Pardo Losada. En la esfera científica, Ángeles Alvariño, bióloga-oceanógrafa, que desarrolló su trabajo en EEUU; las farmacéuticas Marina Peña-Rey Bouzas, de Pontevedra, que murió en el exilio mexicano, o Celsa Pérez Moreira, que trabajó con Marañón. También hubo médicas como Paz Parada Pumar, analista clínica; la ginecóloga Ángeles Pardo Celada o la obstetra Olimpia Valencia.

En formación musical destacó la viguesa Sofía Novoa, estrecha colaboradora de María de Maeztu, y María Antonia Sanjurjo Aranaz. Merece especial mención Rita Fernández Queimadelos, la segunda española titulada en Arquitectura.

Estas gallegas tuvieron su habitación propia en la Residencia de Señoritas, un paréntesis de luz apagado por la Guerra Civil, tras la que corrieron distinta suerte. Unas se quedaron en el exilio interior, otras se vieron obligadas a huir al extranjero y un tercer grupo se acomodó al réginen de Franco, que convirtió la Residencia en el Colegio Mayor Teresa de Cepeda.