En la provincia canadiense de Alberta, una de las zonas más admiradas del país por la evolución de su economía gracias a los yacimientos de petróleo, llevan desde el 1 de mayo luchando contra un gigantesco incendio que ha devorado más de 5.200 kilómetros cuadrados de bosque boreal y matorrales. En las últimas horas se sumaron a las tareas de extinción 1.000 bomberos de EEUU, Sudáfrica y otras provincias de Canadá, a la espera de que la bajada de las temperaturas ayuden en el combate. Probablemente no hay mejor ejemplo de su voracidad que el bautismo del fuego como La Bestia. Y que su rugido se haya expandido más de 6.000 kilómetros. La distancia que le separa de esta otra parte del Atlántico, hasta donde acaba de llegar humo procedente del catastrófico suceso.

Fue el domingo, como reflejan las imágenes de la NASA y donde claramente se puede apreciar la huella del incendio canadiense en el cielo de Galicia y el resto del norte de la Península. Entró por el litoral cantábrico y se deslizó más allá del Mediterráneo. Los expertos no descartan que el humo pueda seguir extendiéndose todavía más.