La historiadora Mary Beard, acaso la experta británica más destacada en el mundo clásico de Grecia y Roma, recibió esta semana el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales.

-Lejos de encerrarse en un despacho , usted practica la columna en prensa y tiene un blog. ¿Qué le aporta ese contacto cotidiano con la realidad de su tiempo?

-Pienso que quienes nos dedicamos al mundo académico tenemos el deber de contribuir a la mejora de nuestra sociedad en la mayor medida en la que podamos. Yo trato de hacerlo.

-Tiene fama de ser implacable con malas traducciones o libros inexactos.

-¡Oh, ya lo creo que sí! No espero que todo el mundo sepa latín y griego, pero sí me gustaría que la gente sí tuviese a su alcance la posibilidad de aprender esas lenguas. Si vamos dejando pasar los errores de traducción, llegará un momento en el que la enseñanza perderá rigor.

-Le molesta que los clásicos sean tratados a la ligera por autores poco rigurosos...

-Sí. Pero siempre me agrada que la gente se interese por los clásicos.

-Usted ha destacado siempre el sentido del humor de personajes que la historia nos presenta muy solemnes. Augusto, por ejemplo.

-Sí, y Cicerón también. Nos lo imaginamos como muy pomposo y serio, pero entre los romanos tenía fama de ser el hombre más divertido del mundo.

-¿Saber latín y griego sigue siendo un sello de buena educación, una forma de entrar en una élite sociocultural británica, o eso se está perdiendo?

-Pienso que un buen sistema educativo debería dar la oportunidad de aprender latín y griego. Tampoco considero necesario que todo el mundo deba hacerlo. Y no creo que una mera asignatura propicie la entrada en la élite.

-¿Sabe más la gente común de los clásicos de lo que piensa?

-Sí, a menudo dicen que no saben nada, pero conocen muchas más cosas de las que creen. Han visto Gladiator y Espartaco.

-Juego de tronos, tan de moda, ¿tiene más de intrigas romanas que de Shakespeare, como se suele decir?

-Tengo que confesar que no he visto Juego de tronos.

-¿De dónde viene la fascinación de los romanos por el sexo extremo, como usted lo llamó en cierta ocasión, de Leda y Zeus camuflado de ave?

-Es difícil de decir y, de hecho, es algo que comparten con los griegos. Pienso que de alguna manera exploraban al máximo la naturaleza humana de las relaciones entre hombres y mujeres, entre hombres y dioses, a través de esas historias transgresoras.

-¿Nuestros dilemas son iguales que los que afrontaron los romanos?

-Algunos sí lo son. Especialmente en lo que atañe a las libertades civiles, el papel de la ley y los derechos de los ciudadanos.

-¿Existía un equivalente a Twitter o Facebook en la Antigüedad?

-¡Los grafitis en los muros!

-En el 63 antes de Cristo, Cicerón salvó la República conculcando el Estado de derecho, o sea, la ley. ¿Hoy Guantánamo es lo que fue Cicerón?

-Existen similitudes. Definir las situaciones y el modo en el que debe suspenderse la ley para salvar al Estado es algo a lo que se enfrentaron los romanos, y nosotros, también.

-¿Irían mejor las cosas si nuestros políticos leyeran más a Horacio?

-Irían mejor si los políticos leyesen más sobre cualquier cosa.

-Volviendo al humor..., ¿nos cuenta un chiste romano?

-Un hombre se encuentra con otro en la calle y le dice: '¡Oh! Me sorprende verte, pensé que habías muerto'. 'No', responde el otro, 'ya ves que estoy vivo'. 'Pero el hombre que me dijo que estabas muerto es mucho más fiable que tú'.

-¿El cine ha hecho mucho daño a la hora de crear estereotipos? Por ejemplo, Nerón o Claudio.

-Sí, pero también hace a las personas interesarse por el mundo antiguo. Creo que necesitamos esos estereotipos para mostrar a la gente que los hechos son aún más interesantes.

-Nunca ha silenciado un episodio de violencia extrema que sufrió siendo adolescente en un viaje a Italia. Visto con perspectiva, ¿aquel suceso influyó en su vida posterior?

-Tengo que decir que no creo que aquello haya influido tanto en mi vida. Sé que tal vez debería haberlo hecho. Quizá no soy la persona más adecuada para saberlo.

-¿Es verdad que la calvicie obsesionaba a los romanos?

-Ciertamente hacían un montón de bromas sobre esa cuestión. Julio César trató de disimular la calvicie con la corona de laurel.

-No existiendo el concepto del amor y el pecado como lo entendemos ahora, ¿se enamoraban y tenían remordimientos?

-Pienso que las actitudes ante el amor y el sexo eran significativamente diferentes entre nosotros y los romanos, simplemente. En parte por la presencia del cristianismo en nuestra sociedad.

-¿Hay indicios de que nuestro mundo actual empieza a parecerse a la decadencia del Imperio romano?

-A la gente le gusta decir eso, pero yo no considero que sea así.

-¿Cuál es su postura respecto al Brexit?

-Me entristecería mucho que el Reino Unido abandonase la Unión Europea. Pienso que la UE tiene bastantes errores con nuestro país, pero Gran Bretaña debe permanecer en ella y ayudar a enderezar las cosas. La solución no es simplemente marcharse.