La base territorial no solo es necesaria para optar a las ayudas de la nueva Política Agraria Común (PAC). Cada vez más, la disponibilidad de tierras se hace imprescindible para que las granjas puedan hacer frente a la subida de los costes de producción de leche y carne. La ganadería, poco a poco, va convirtiéndose en extensiva, para depender menos de los piensos y forrajes ensilados. Por eso, en el último año se ha incrementado de forma notable la superficie que se dedica a prados y pastizales.

Según los datos que acaba de publicar la Consellería de Medio Rural referidos a 2015, en Galicia hay 1,3 millones de hectáreas destinadas a labores agrícolas y forestales. De ellas, 445.511 pertenecen a prados y pastizales, lo que supone el 33% del total y 1.524 hectáreas más para este fin que en el año anterior. El incremento se da en todas las provincias aunque con diferencias entre las apenas 80 hectáreas más que dedicaron al pasto este ejercicio los ganaderos coruñeses y orensanos frente a las 438 que subió este tipo de superficie en Pontevedra y sobre todo las 961 que se ganaron en Lugo.

Estos incrementos se producen a costa de la reducción de cultivos, bien por el encarecimiento que supone cosecharlos -entre fertilizantes, gasóleo y maquinaria- o por los continuos ataques del jabalí a las plantaciones de maíz o trigo e incluso a productos de huerta. Estos son, también, los motivos por los que muchos ganaderos optan por plantaciones forestales como nuevo destino para sus tierras, sobre todo si se trata de especies de crecimiento rápido. El año pasado, la superficie forestal de Galicia sumaba unas 802.307 hectáreas, tras haber ganado 128 en el último año.

Al mismo tiempo que creció la superficie reservada a prados y pastizales se redujo la dedicada a cultivos herbáceos, si bien hay diferencias entre ellos. Las cosechas de cereales de grano como maíz o trigo cuentan este año con 340 hectáreas más, con un total de 40.770 que representan el 11,2% de la superficie. En la comunidad gallega, el peso más importante entre los cultivos se da en los forrajes para alimentar el ganado -maíz, praderas y col- al ocupar el 78,4% del terreno con 284.109 hectáreas, pese a que son 2.830 menos que en 2014.

Aunque la calidad de las patatas gallegas, en especial las de Coristanco y Xinzo de Limia, está reconocida a nivel internacional, los tubérculos tienen una presencia simbólica en la comunidad, apenas un 5,4%, con 19.348 hectáreas -solo cuatro más- mientras que las leguminosas de grano ocupan 2.113, un 0,5% del total y 82 más en un año. A flores y demás cultivos hortícolas se destinan 15.854 hectáreas, 82 más que el ejercicio anterior. Al margen de las variaciones entre los cultivos herbáceos, en los leñosos -frutales y viñedos- la superficie se mantiene estable con 36.510 hectáreas en el primer caso y 24.837 en el segundo.

En cuanto a los precios de la tierra, comprar una finca en Galicia sale más barato por el abandono del rural. El precio de venta de las parcelas agrarias se situó en la comunidad gallega en 2014 -último año del que el Ministerio de Agricultura tiene cifras- en 13.633 euros por hectárea, lo que supone 2.350 por debajo de la cantidad a la que se ofertaban las fincas gallegas antes de que estallase la crisis.