Desde las cero horas del pasado sábado, está prohibida la captura de pescadilla -la popular carioca- para las embarcaciones que menos ejemplares de esta especie capturan en aguas de Galicia.

Pesca artesanal. Bajura. El eslabón más débil, a pesar de ser la flota que realiza una pesca más responsable. Y, sin embargo, es la flota que más parece tener que perder en función de las decisiones de la Consellería do Mar, que impide vender entre un 50 y un 60% de sus capturas incidentales.

Son barcos de 8 o 9 metros, con uno o dos tripulantes cada uno, que no tienen a la carioca como objetivo, sino que, siendo esta de talla reglamentaria, se pesca asociada al salmonete, a la faneca, etc., en cantidades que no superan los 50 o 60 kilos, cantidad que ha de ser arrojada al mar tras ser izada a bordo con otras especies y cuando la carioca ya está muerta.

José Iglesias, propietario de una embarcación de Malpica, confiesa a Pilar-Aymara Fernández que la Xunta les está obligando no a tirar al mar pescado muerto, sino a arrojar al agua "el pan de mis hijos".

De este modo, los barcos que menos inciden en la situación de la pescadilla -que se recupera suficientemente- y con esta la de la merluza, se ven en la necesidad de desprenderse de esas capturas incidentales mientras que los barcos industriales continúan faenando sin que para ellos se establezca ningún tipo de prohibición, afirma Iglesias.

Las redes que emplean ese tipo de embarcaciones menores son las mismas que utilizaban sus abuelos y bisabuelos, que "ya estaban ahí cuando los industriales llegaron". Consideran que la pesca que practican no es la que afecta al stock, porque la carioca, repite José Iglesias, no es su objetivo.

Se consideran los más discriminados justo en un momento en el que la Consellería convoca nuevos cursos para la formación en acuicultura. Este departamento de la Xunta "nos lleva a la ruina. Quieren eliminarnos, afirma Iglesias, para potenciar la acuicultura".

"Nunca he pescado una carioca por haber ido a ella. Nos sancionan porque aseguran que se ha agotado la cuota. Pero los barcos industriales siguen ahí. El viernes vendí aquí 42 kilos de pescadilla y 5 de salmonete. Si el lunes vuelvo a pescar en el mismo lugar, tendré que tirar al mar, muerta, toda la carioca que capture. La nuestra es una flota artesanal que subsiste con 3 o 4 cajas de pescado diariamente. Estoy tirando al mar el pan de mis hijos, mi futuro, mi historia".

El cerco se queja constantemente y ya no quieren seguir viviendo de promesas como las que la Consellería do Mar les ha hecho llegar en el último año.

Otean el futuro inmediato pensando en un posible cambio de gobierno autonómico que corrija esta situación: "No están haciendo nada por nosotros. Todo se les va en propaganda", explicaba Iglesias.