La Armada retuvo el lunes a la pareja de arrastreros pelágicos franceses Les Menhirs y Le Dolmen en el puerto de A Coruña para comprobar si cometieron alguna infracción mientras pescaban frente a la costa gallega. La patrullera P-64 Tarifa apresó a los dos buques, propiedad del mismo armador galo, que no descargaron sus capturas y permanecían atracados a última hora de ayer en las proximidades del surtidor de combustible de la dársena de Oza. El Gobierno vigila el caladero Cantábrico Noroeste desde hace una semana dadas las reiteradas quejas expresadas por los armadores y patrones de arrastreros gallegos que faenan en esas aguas, las mismas en las que pescan bonito -con artes pelágicas aquí prohibidas para los españoles- las embarcaciones francesas.

Los armadores coruñeses se muestran muy preocupados por el uso de redes de arrastre pelágico en las zonas en las que pescan de forma habitual. Esa misma inquietud también se hace notar entre sus homónimos de Celeiro y Burela donde, en las últimas semanas, la descarga y venta en lonja de las capturas de los barcos franceses no fue bien recibida. Hubo abucheos y protestas notables, ya que el uso de estas artes no es tolerado por la flota española, a pesar de que no están prohibidas para los franceses.

El patrón mayor y armador de un barco de San Cibrao (Lugo) se expresaba ayer claramente a este respecto: "No quisiera yo saber qué nos harían los compañeros franceses si nosotros vamos a pescar a sus aguas con artes que ellos no admiten. Nos tirarían al mar las capturas del mismo modo que, en las autopistas francesas, queman nuestras fresas o tomates. Pero en la mar creen que todo es miel sobre hojuelas y parecen empeñados en repetir lo que ocurrió hace 22 años con la guerra de las volantas de enmalle a la deriva que derivó en el apresamiento de La Gabrielle. Esto se está enconando cada día más y va a terminar mal si antes no se pone remedio. Es una competencia desleal la que practican y un verdadero crimen lo que están haciendo con los descartes", censura.

La flota gallega denuncia que la pesca con redes pelágicas causa verdaderos estragos en especies que no son objetivo de las embarcaciones comunitarias, uno de los motivos por los que el Gobierno español decidió prohibirlas para los barcos de pabellón nacional. El sector de arrastre de fondo documenta la existencia de numerosos bonitos y atunes de menos de siete kilos -sin valor de mercado- que, una vez capturados por los barcos franceses y ya muertos, son descartados y devueltos al mar. Los ejemplares acaban en el fondo y son capturados de nuevo, de forma accidental, por la flota española, que denuncia la "pérdida de tiempo" y el "trabajo extra" que esto le supone.

Los boniteros denuncian, por su parte, que los arrastreros pelágicos detectan su localización mediante el Sistema de Identificación (AIS) para acceder a las zonas donde se captura el recurso y desplazan a los barcos gallegos, para vender luego sus capturas en puertos como A Coruña, Burela o Celeiro, lo que genera "tensión" en el sector.

Los armadores y patrones mayores gallegos sospechan que algunos de los arrastreros galos que estos días pescan en las proximidades de A Coruña pueden estar participados -total o parcialmente- por capital gallego, lo que seguiría la pauta marcada desde hace ya un par de años por aquellos que adquirieron embarcaciones en Portugal y que ahora también faenan en aguas del Cantábrico Noroeste.

Algunos armadores aseguran incluso que la presencia de estos barcos puede perjudicar los stocks de atún en los próximos años.